Hedonismo (O de secar el sudor y no las lágrimas): Moisés Molina

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Maurice Jolie prefirió a Maquiavelo versus Montesquieu para su obra maestra.

Yo hubiese preferido a Rousseau y Hobbes para esos diálogos, que explican la naturaleza humana a La luz de sus cualidades inherentes y de sus defectos más acendrados.

La Masonería, desde sus primeros misterios, enseña que no podemos caminar solamente en el ajedrez del bien; pero tampoco en el del mal.

¿Qué es el ser humano sino un amasijo de pasiones? Un rompecabezas de aspiraciones tendientes a la realización personal.

Hay una palabra clave que, si se me permitiera, fuese la única en este texto. Por sí sola explicaría más de lo que el resto de protagonistas de los diccionarios: HEDONISMO.

Allá por la secundaria o el bachillerato, todas y todos debimos, al menos, escuchado con su antípoda, el ESTOICISMO. Ah, los Clásicos!

Todos tenemos más o menos claro nuestras aspiraciones (yo quiero ser esto o esto otro).  La diferencia está en el esfuerzo, el sacrificio, el sufrimiento, las convicciones, los valores.

Lipovetsky escribió “la era del vacío”; Alguien debiera escribir “La sociedad del placer”.

Todos queremos todo, sin esfuerzo, sin que nos cueste, sin sufrir, sin dolor, sin sacrificio.

A lo fácil, a lo cómodo, siempre dentro de nuestra zona de confort.

Todo esto,  en todas las habitaciones de la vida. Vociferamos, criticamos, repartimos culpas, ensayamos las respuestas a todas las interrogantes del mundo. El dedo flamígero es la escultura de nuestra era. La ética, queda con ello agotada. Somos una clase de seres humanos superiores y nos sienta bien, moralmente superior, llegar a la fiesta de la sociedad civil, sin que nadie nos haya invitado.

Somos comodinos, que no por nada rima con anodinos. A lo fácil todo, para crear fama y echarnos a dormir.

DINERO, PODER; MAS DINERO, MÁS PODER. Pero -recuerde- a lo fácil.

Tuiteamos envidiablemente sobre los vástagos del cambio climático, mandamos nuestros mejores deseos … y ya. Somos ciudadanos ejemplares, no como esa perniciosa “clase política”, obsesiva de las selfies y ussies, como testimonio que,  a manera de trampa, salvo honrosas excepciones, es protocolo notarial de su humildad y buen corazón.

No es “la clase política”. Son algunos políticos podridos que siguen pensando que la gente es estúpida u otros políticos que, no saben qué es política y con fotógrafos exclusivos, ensayan las mejores poses dondequiera que las o los manden. Tiempos aquellos, donde secaban el sudor ajeno. Hoy no quieren sudar y pasean como soroptimistas y no como agentes del gobierno. Reparten caridad, no cumplen su deber republicano. No hay quien les ubique.

Es por “servidores públicos” como ellos, que México recién se dividió artificialmente en tiempos que debieran ser de UNIDAD. “La sociedad civil organizada” contra los gobiernos que, cierto o no, aglutina a los héroes que han rebasado al oficialismo.

El gobierno no es una aventura; el ejercicio de gobierno no es un tour, una experiencia más.

Si no se siente competente para aguantarle el paso al jefe, ni para aliviar -en lo que a usted le toca- parte del dolor de quienes lo perdieron todo, renuncie.

Oaxaca no pide ni necesita que le sequen el sudor; vamos a secar sus lágrimas.

@moisesmolina