Francia: al des-peña-dero: Raúl Castellanos

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El pasado domingo, Francia, el país de la Liberté, Égalité, Fraternité, celebró la primera vuelta de las elecciones presidenciales Reconocida como una nación de profundas raíces democráticas; su Revolución es emblemática, los grandes debates entre Jacobinos y Girondinos, con Robespierre, Danton, Saint Just, Marat, Fouche enfrentados y haciendo gala de las mejores y peores artes de la política. Francia, el centro del existencialismo de Jean Paul Sartre, la cuna del cubismo, el surrealismo y la bohemia en cuyas tabernas Tolouse Lautrec plasmaba en sus carteles y lienzos los vicios que la burguesía rechazaba en público y disfrutaba en privado; Francia, la que alberga en el Louvre, el genio de Leonardo Da Vinci, Rubens, Delacroix, Poussin, Rafael Sanzio, Tiziano, Caravaggio, Van Dick, Rembrandt, Goya, Zurbaran; es Francia la del mayo del 68, la de “La Imaginación al Poder”.

Conocidos los resultados José Merino, lapidario tuiteó “señor de 39 añitos, con 8 añitos en política, miembro de partido 3 añitos, fundó su partido hace 1 añito, será presidente de Francia” y agregó uno más “13 añitos, Maestría 2004 Inspector, Ministerio de Economía 2004-2008, Banquero 2008-12, 2012-14 Asesor presidente 2014-2016, Ministro de Economía, 2017 Presidente #Macron”; y en efecto, tal vez prejuiciados por el fracaso de la “generación del Milenio” en México, a Emmanuel Macron se le observa a la distancia con poca o casi nula formación política para encarar los retos de la geopolítica europea y mundial.

Y constancias de que el poder marea y es afrodisiaco la tenemos en el mismo Francois Hollande, actual presidente; quien ante su fracaso en la conducción de las reformas económicas y sociales y sus “affaires” románticos, se vio obligado a renunciar a aspirar a la reelección. Su 8% de aprobación y “popularidad” no se lo permitieron. Sin embargo, está más que documentada como principal causa de su caída en picada el manejo tan descuidado y abrupto rompimiento con su pareja y Primera Dama Valerie Trierweiler. A principios de 2014, la bomba de rumores sobre la infidelidad del presidente estalló a través de la revista “Closer”, la cual publicó unas fotos de Le President montado en una motocicleta de repartidor de pizzas con casco, llegando a visitar a su amante, la actriz Julie Gayet.

Devastada, Trierweiler se refugió en el silencio. Escritora y periodista, sabiendo que las réplicas son viandas que se comen frías, escribió un libro que tituló “Gracias por este momento”, en el que narra con lujo de detalles el desprecio del presidente Hollande por los pobres y los momentos más tensos de su rompimiento; “antes de que saliera el artículo de Closer, habían sido advertidos del contenido de la revista; la noche anterior, ambos mantuvieron una conversación en la cama ¿Y entonces?, le preguntó ella titubeante “y entonces es cierto” le respondió Hollande, ¿es cierto que te acuestas con esa mujer?, “SI” le dijo girándose, ¿Cómo sucedió? ¿Por qué? ¿Desde cuándo?, “desde hace un mes” le contestó, ella luego constató que llevaban mucho más tiempo juntos”.

Al relevo, en la intención de alcanzar la candidatura presidencial del partido Socialista entró Manuel Valls, Primer Ministro de Hollande. El 19 de noviembre de 2016 declaró “estoy listo para dirigir el combate de 2017; la política debe cambiar, quiero que la gente recupere la esperanza” –como se verá “la esperanza” también puede perder-; y en efecto cambió, lamentablemente para mal en su caso. A finales de enero de este año, Valls quedó eliminado en la segunda vuelta de las elecciones primarias socialistas en las que fue elegido Beniot Hamon, quien a sus 49 años contaba en su curriculum haber sido eurodiputado y Ministro de Educación de Hollande, que obtuvo el 58.65% de la votación. En el lado de enfrente, el de la derecha, también ocurrían tsunamis. Nicolás Zarkozy sufría una humillante derrota en su deseo de regresar al Palacio de Elíseo; los Primeros Ministros durante su presidencia, Francois Fillon y Alain Juppé lo superaron en la primera vuelta de las primarias; mientras esto sucedía en las principales y tradicionales fuerzas políticas que habían gobernado Francia, crecía la candidatura de Emmanuel Macron y se consolidaba la de la ultra derecha con Marine Le Pen.

Así llegamos al día de hoy. Por primera vez en casi 40 años, los franceses le dieron la espalda a la izquierda y la derecha tradicional. Emmanuel Macron se impuso en la primera vuelta con algo más del 23.8% de los votos; el segundo lugar lo obtuvo Marine Le Pen con el 21.4%; Francois Fillon, de la derecha republicana llegó al 19.90%, Jean-Luc Mélenchon de Francia Insumisa sorprendió con el 19.60% y como se advertía desde el principio, el Socialista Benoít Hamon se ancló en un lastimoso 6.4%. En consecuencia, Emmanuel Macron, que nunca había competido en elección alguna y participó en esta en los hechos sin partido, sin tener experiencia alguna más allá de temas financieros y económicos; y Marine Le Pen, heredera de la ultra derecha y del partido fundado por su padre Jean Marie Le Pen, quien consideraba a las cámaras de gases nazis sólo como “un detalle” de la Segunda Guerra Mundial, disputarán en la segunda vuelta a realizarse en mayo, la Presidencia de Francia.

Ya de cara a la segunda vuelta, los franceses tendrán que optar entre un candidato considerado un populista de centro derecha, que sólo ofreció –hasta hoy- “esperanza y optimismo”, sin delinear un proyecto de gobierno, mucho menos ha planteado tesis sobre cómo responder a los retos de dentro y de fuera y cómo cambiar a Francia; tampoco ha manifestado una postura clara frente a la participación de Francia en las aventuras de Donald Trump. Marine, por su parte, mantiene sus posturas radicales, suspender toda inmigración a Francia, incluyendo la legal, colocar a los migrantes al margen de los programas y prestaciones sociales –vivienda, empleo, educación- y llamar a un referéndum sobre la permanencia de Francia en la Unión Europea.

A lo anterior, e independientemente de quien gane, aunque Fillon y Hamon ya se pronunciaron por Macron, lo que aumenta sus posibilidades de alcanzar el triunfo; el punto fino de la gobernabilidad se encuentra en las elecciones parlamentarias a la Asamblea Nacional de junio y septiembre. Sin una mayoría, que no se percibe cómo puedan alcanzarla Macron o Le Pen, el Presidente o Presidenta tendrá que negociar su programa de gobierno con los partidos de arriba a mi izquierda y abajo a mi derecha; y también la designación del Primer Ministro.

Como se advertirá, Francia se ha colocado en una disyuntiva histórica e inédita; corriendo el riesgo de precipitarse al “despeñadero”.

¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?

RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh