Es el nefasto populismo, pero…: Carlos Ramírez

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Partimos de la confirmación de que todos los señalamientos negativos contra el populismo son ciertos, absolutamente todos; sin embargo, el populismo no nació de la nada: es producto de dos veneros: un camino corto del socialismo y una respuesta/reacción/consecuencia del agotamiento del Estado de bienestar. Las propuestas populistas han prendido en escenarios donde el Estado ha tenido que replegar –por las razones que sean– su acción social.

En una reciente conferencia en la Universidad de Chicago, el expresidente mexicano Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000) habló del populismo y afirmó que no es una ideología sino una propuesta práctica que beneficia lo mismo a la derecha que a la izquierda y que su objetivo es buscar la popularidad de líderes político.

Hasta ahí el asunto es totalmente cierto.

Sin embargo, en Iberoamérica el populismo ha sido también una propuesta política: Juan Domingo y Eva Perón en Argentina, Lázaro Cárdenas y Luis Echeverría en México, Joao Goulart en Brasil, Carlos Andrés Pérez en Venezuela, entre otros, han revelado la dinámica y objetivos del populismo.

El populismo ha sido una desviación del socialismo que fue mostrada en todo su esplendor por Karl Marx en su ensayo El 18 Brumario de Luis Bonaparte: la construcción de un modelo de liderazgo unipersonal, con objetivos sociales y basado en la colocación de una dinámica elitista por encima de la revolución socialista de las clases.

En México, el presidente Cárdenas (1934-1940) fue un socialista utópico en su fundamentación ideológica pero un capitalista en la práctica. En diciembre de 1934 reformó el artículo 3º de la Constitución para introducir la “educación socialista”, asumiendo la educación como el aparato ideológico de dominación por excelencia de una élite dirigente, en este caso la revolucionaria.

Pero a diferencia de la entonces Unión Soviética –con la cual simpatizaba, como después avaló el socialismo autoritario de Fidel Castro en Cuba–, Cárdenas se desvió del camino de construcción del comunismo a la soviética. El politólogo mexicano Arnaldo Córdova encontró la clave del modelo Cárdenas –que podría explicar los socialismos sin comunismo en Europa–: organizar a los obreros y campesinos para convertirlos en pilares corporativos contra la burguesía, pero asumiéndolos como masa y no como clase.