Empleo y crecimiento: Isaac Leobardo Sánchez Juárez*

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El Banco Mundial, en su último informe sobre el desarrollo, habla acerca del empleo, un tema que me parece sumamente relevante en estos días por el amplio debate que ha suscitado la reforma laboral. El empleo es un factor crucial para lograr el desarrollo económico. El empleo permite que las personas alcancen o no la satisfacción con la vida, es determinante del bienestar individual, pero además, es el eje de objetivos sociales amplios como la minimización de la pobreza, el incremento de la productividad y el logro de la cohesión social. El empleo y su calidad deben estar siempre en la escena pública por su importancia. En el citado informe, se apunta que en este momento existen más de 200 millones de personas desempleadas, 75 millones son jóvenes menores de 25 años. El reto para los próximos 15 años consiste en saldar el déficit laboral actual y crear 1000 millones de oportunidades más.

 

En materia de empleo, la meta es crear oportunidades de calidad; es decir, bien pagados, estables y con acceso a derechos sociales. De acuerdo con el Banco Mundial, hoy en día, casi la mitad de los trabajadores de los países en desarrollo están ocupados en establecimientos agrícolas de pequeña escala o trabajan por cuenta propia, actividades que por lo general no van acompañadas de pagos regulares ni beneficios. Para la mayor parte de los pobres de estos países, el problema no es que falte empleo ni que las horas de trabajo sean insuficientes; de hecho, muchos tienen más de una ocupación y trabajan largas horas. Sin embargo, con frecuencia no ganan lo suficiente para garantizar un futuro mejor para sí mismos y para sus hijos; en ocasiones trabajan en condiciones inseguras y no se respetan sus derechos básicos.

Con la reforma laboral que se está por aprobar en México, existe el temor de que se creen empleos, pero que éstos sean de muy baja y baja calidad, debido a que se fortalece la flexibilización que ya existe en el mercado. Promoviéndose la competitividad de ciertos sectores de actividad económica por la vía de bajos costos salariales, pero deteriorando en su conjunto el mercado interno al reducir el poder adquisitivo de la clase trabajadora. El nuevo marco legal propuesto no promueve el cambio de tendencia, profundiza su impacto hacia empleos más flexibles y precarios.

El Banco Mundial propone que para abordar el desarrollo desde la perspectiva del empleo se utilice un enfoque en tres niveles para elaborar políticas: 1) Elementos normativos fundamentales, lo que incluye estabilidad macroeconómica, un entorno propicio para la actividad empresarial, inversiones en capital humano y vigencia del Estado de derecho; 2) entendiendo que el crecimiento por sí solo puede no ser suficiente, la política laboral debe facilitar la creación de empleo y mejorar sus efectos positivos para el desarrollo. Pueden establecerse políticas que aborden las distorsiones del mercado laboral sin afectar la eficiencia, pero se deben evitar las intervenciones que restrinjan el empleo en las ciudades y en las cadenas de valor mundiales; asimismo, se debe también escuchar la opinión de los más vulnerables y brindarles protección; 3) los gobiernos deben identificar empleos prioritarios, esto es, aquellos que contribuyen en mayor medida al desarrollo en el contexto específico del país y eliminar o contrarrestar los obstáculos que impiden al sector privado generar más puestos de trabajo de este tipo.

Tomando este marco sugerido por el Banco Mundial y aplicándolo al caso mexicano, el camino a seguir es que el gobierno mexicano haga del empleo su prioridad. El próximo gobierno federal necesita abandonar la lucha contra el crimen organizado como eje central de la política pública, en su lugar debe situar el empleo. De entrada, debería de convocarse a todos los especialistas en la materia, tanto del sector académico, como empresarial, gubernamental y laboral para que juntos elaboraran un diagnóstico acerca de las condiciones del mercado de trabajo, a partir del cual se modifique el marco legal existente y se lleve a cabo una auténtica reforma que equilibre la defensa de los trabajadores con el impulso a las actividades económicas públicas y privadas. Se tienen que identificar empleos estratégicos para el desarrollo y escuchar a los más desprotegidos y vulnerables para brindarles protección.

A la par de ésta estrategia para la creación de empleo, deben realizarse cambios de fondo para fomentar el crecimiento económico. Resulta crucial que se implemente una nueva política industrial que atienda sectores estratégicos como: automotriz, electrónica, biotecnología, nanotecnología, industria aeroespacial, entre otros. Lo industrial tiene que ir de la mano de lo agrícola, minero y construcción, el gobierno federal necesita recuperar el enfoque sectorial y regional de la política pública para el crecimiento.

Como lo he mencionado de forma insistente en la columna, se requieren cambios que afectan los intereses creados en el área educativa. El sistema educativo público básico está totalmente deteriorado, es un lastre para el fomento del crecimiento. Se deben generar acciones para recuperarlo, más gasto, más fiscalización y más resultados. Lo mismo aplica para el sector científico, tecnológico y de innovación. Todo esto no será posible sin una reforma fiscal que permita a las autoridades tener más recursos públicos y un cambio estructural en el comportamiento de los funcionarios para que se minimice la corrupción.

De no hacerse estos cambios para la generación de empleo y crecimiento, los problemas de inseguridad y violencia continuarán. La violencia, se ha dicho hasta el cansancio, genera más violencia. Hago un llamado a las autoridades para que volteen su mirada hacia el trabajo que realizamos desde hace años los académicos e investigadores, quienes sugerimos un enfoque centrado en el empleo y el crecimiento compartido (no desigual) para reducir problemas centrales como pobreza, informalidad, inseguridad y violencia. El insistir con políticas equivocadas ya les impacta incluso a los políticos y funcionarios, como pudimos atestiguar en el caso del ex gobernador de Coahuila, la ola de terror se seguirá extendiendo si quienes nos gobiernan continúan implementando políticas públicas totalmente erróneas.

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* Profesor en economía de la UACJ, Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI)