Empleo y alimentos. La pesca y sus vicisitudes naturales: Armando Navarrete

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Segunda Parte

En una primera entrega ofrecimos los principales datos del potencial pesquero nacional, referidos a la longitud de nuestros litorales, la magnitud de nuestra plataforma continental, las lagunas costeras y esteros, las aguas interiores y la zona económica exclusiva, además de la ocupación, la flota pesquera, la producción o captura y el comercio, como preámbulo para explorar los retos de la pesca mexicana.

Como lo hicimos al abordar la crisis del maíz, el frijol y el abasto alimenticio afectado por heladas, sequías, el cambio climático y las acciones devastadoras del hombre, además de esbozar la indolencia gubernamental en la producción de básicos, en la pesca observamos el abandono y desmantelamiento de las políticas públicas del sector instrumentadas antes de 1988, la ausencia ulterior de un compromiso oficial sin demagogia con la autosuficiencia, la soberanía alimentaria y la producción social organizada, y debemos decir, también, de acuerdos con especialistas, que la pesca tiene un carácter aleatorio  o imprevisible por influencia de factores naturales del mar, lo que exige una vigorosa capacidad de gestión y la necesidad de establecer políticas y estrategias a largo plazo para el desarrollo integral y sostenido, ambiental y socialmente responsable.

Pero hoy nos concentramos en los ciclos del comportamiento climático de la tierra y su mar, que con el tiempo se presentan con mayor frecuencia y son cada vez de mayor impacto. Ejemplo de esto son los huracanes o ciclones tropicales “Paulina” en octubre de 1997 y “Rick” en noviembre del mismo año, lo cual impactó de manera importante los volúmenes de producción o los rendimientos de la pesca. E ahí el carácter aleatorio de la pesca.

Los impactos de los ciclones tropicales o de fenómenos como el “El Niño” fueron devastadores para el Sur de México. Sólo hay que recordar que “Paulina” ocasionó casi 400 muertes en las costas de Oaxaca y Guerrero, destruyó decenas de miles de viviendas, arrasó con los cultivos agrícolas comerciales y de subsistencia, además de afectar seriamente la actividad pesquera.    

De acuerdo con el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), Baja California, los efectos del “El Niño” en la pesca han sido evidentes en el Perú, país en el que tiene su origen este fenómeno de impacto global. Hace varias décadas, apunta el CICESE, sus pescadores han observado que en algunos años la pesca de varias especies, entre ellas la anchoveta, se vieron perturbadas por la presencia de una masa de agua con una temperatura mayor a la normal (durante el mes de diciembre) y se sabe que esta masa de agua no es una corriente, sino un fenómeno más complejo y de gran escala, que afecta a varios recursos pesqueros.

Son distintas las formas en que “El Niño” incide negativamente en el recurso pesquero. La principal es el efecto sobre las “surgencias” o afloramiento de aguas (desplazamiento de aguas superficiales hacia mar adentro, compensado por un lento movimiento ascendente de aguas profundas en dirección a la costa, que son de baja temperatura y sumamente ricas en nutrientes, lo cual se traduce, a través de la cadena alimentaria, en una mayor biomasa pesquera), que debido a las concentraciones de agua caliente, dichas “surgencias” se empobrecen y se produce una falla en la cadena trófica (proceso de transferencia de energía alimenticia a través de una serie de organismos, en el que cada uno se alimenta del precedente y es alimento del siguiente, conocida también como cadena alimenticia).

Con la presencia de agua más cálida ocasionada por “El Niño”, los peces tropicales y semitropicales, que tienen la capacidad de nadar grandes distancias, tienden a seguir estas aguas y distribuirse más hacia el norte, cuando de  manera normal no lo hacen, como la barracuda, que normalmente sólo se distribuye hasta la altura de Punta Concepción en el estado de California, EUA, en tanto en años de “El Niño” su presencia se ha registrado mucho más al norte de la isla de Vancouver, Canadá; o bien la redistribución más norteña del marlin rayado, pez espada, dorado, macarela y jurel, entre otros. En otro sentido, la merluza trata de evadir la presencia de estas masas de agua cálida y se redistribuye a mayores profundidades o en zonas con mayores latitudes, donde encuentran las temperaturas adecuadas para su desarrollo.

Así, la redistribución de estos organismos afecta de una manera positiva o negativa la disponibilidad o variaciones de la pesca. Sin embargo, no todas las especies tienen la capacidad de moverse a las distancias adecuadas, por lo que sufren la influencia directa de la temperatura alta del agua, afectando su fisiología, incluso, letalmente. Asimismo, es importarte hacer notar que los efectos que tiene el fenómeno de “El Niño” son netamente temporales y, después de un periodo corto, tienden a desaparecer. Sin embrago, si éste se combina con medidas de regulación pesquera inadecuadas, explica el CICESE, puede tener efectos altamente negativos, como sucedió en Perú con “El Niño” de 1972-73, cuya producción de anchoveta tuvo una caída de un nivel de 12.28 millones de toneladas en 1970 a sólo 2.8 millones de toneladas producidas en 1973 por la falta de regulación del esfuerzo pesquero (durante las buenas capturas hubo más embarcaciones pero al disminuir éstas el número de embarcaciones no se redujo). Afortunadamente ya hay mejor conocimiento del fenómeno e investigaciones que deberían ser estudiadas para su aplicación en México o su registro en el acervo científico nacional.

Vale destacar que “El Niño” tiene algunos efectos positivos -quizá los menos-, como el hecho de que la pesquería del camarón  se beneficia de manera importante con su presencia. Es el caso de la  temporada de pesca  de 1993 de México, habida cuenta que el aumento en la temperatura del mar propicia mejores condiciones para la reproducción del crustáceo, optimizando significativamente las capturas. Por el contrario, “La Niña” afecta a esta pesca, disminuyendo las capturas  en el ciclo  siguiente a  la presencia del fenómeno. Esta situación cíclica debe  tomarse en cuenta para determinar la viabilidad de incrementar o disminuir el esfuerzo pesquero.

En resumen, huracanes o ciclones tropicales, corrientes calidas como “El Niño” o las corrientes frías de su contraria “La Niña”, y de suyo el carácter aleatorio o impredecible de la pesca, son fenómenos complejos para quienes no dominamos las ciencias vinculadas al estudio y la investigación de la naturaleza. Pocos esfuerzos auxilian en su entendimiento y desarrollo como la investigación básica y aplicada sobre las ciencias biológicas, físicas, del mar y de la Tierra realizados por el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), Baja California.

Por ello nos congratulamos de tener acceso a sus estudios y aclaramos que la responsabilidad de la interpretación incorrecta de sus estudios es nuestra. Pues sólo pretendemos esclarecer y socializar la existencia de fenómenos hasta hoy no dominados por el hombre y la ciencia, cuyo conocimiento por medio de la investigación, en cambio, sí facilita la construcción de alternativas para favorecer el desarrollo de la humanidad, disminuyendo las calamidades de eventos agravados por la mano y la inconciencia del hombre, en muchos casos exacerbados por el capital y su insaciable avidez de ganancias.

En honor a la verdad, y pese a su desmantelamiento, el Instituto Nacional de Pesca, que  no cuenta con barcos de investigación pesquera, generó información estadística con el conteo de hembras grávidas o “parchadas” en cruceros a bordo de la flota camaronera y encontró datos valiosos que permiten  evaluar el comportamiento histórico de la pesquería del camarón desde 1954, en función de estos fenómenos. Por ello es indispensable reorientar y equipar con recursos materiales y humanos  la función investigadora del INP para que sea un brazo técnico eficiente y diagnostique con veracidad absoluta los recursos pesqueros y acuícolas del país.

Dejo constancia de mi agradecimiento pleno a Rosendo Gómez Prudente, pescador y conocedor profundo de la pesca del país y el mundo, exlíder estatal (en Oaxaca) y en México de la Federación Nacional de Cooperativas Pesqueras, por su información y orientación para entender la trascendencia de la actividad pesquera. Nuestro reconocimiento también a los pescadores de México y Oaxaca que han dado el paso para la construcción de un Proyecto Alternativo de Nación, la regeneración nacional y el cambio verdadero.

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@ancarnaco