El paro magisterial: Mario Arturo Mendoza Flores

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Como cada año, la dirigencia del sindicato de maestros de la sección XXII ha anunciado su plantón indefinido, así como el bloqueo de calles y dependencias gubernamentales. Independientemente de las pláticas y avances que hayan alcanzado con el gobierno estatal, lo cierto es que la visión de la ciudadanía dista muchísimo de la que se registró en años pasados, particularmente en el año 2006 cuando el pueblo se solidarizó con los maestros ante la agresión que recibió por el gobierno que en ese entonces encabezaba Ulises Ruiz.

 

 

Hoy las cosas son distintas, y tal parece que los únicos que no se han dado cuenta de ello son los dirigentes magisteriales, quienes con sus métodos de protesta que tanto afectan a la niñez oaxaqueña y a la población en general, lo único que se están ganado es el rechazo ciudadano. En meses pasados los oaxaqueños votamos por un cambio, mismo que creímos pasaba por una relación distinta entre el sindicato magisterial y el gobierno estatal, sin embargo vemos que todo sigue igual, a pesar de la disposición gubernamental para el diálogo y la búsqueda de acuerdos que beneficien al sector educativo tan dañado precisamente por este tipo de circunstancias. Hoy comprobamos un movimiento magisterial estancado en las prácticas de hace una década y que a fuerza de tanto vivirlas, nos ha enseñado a la ciudadanía que nos perjudican en materia económica, social y política. Incluso he llegado a escuchar a profesores de la base, quienes se han manifestado hartos de este tipo de movilizaciones a las que son obligados a través de mecanismos de premiación para ascensos, cambios y permisos.

 

Hemos sido siempre respetuosos del gremio magisterial, así lo constatan nuestros escritos relacionados con el tema; no se puede actuar de otra manera hacia quienes nos forjaron un camino cimentado en el conocimiento y en la educación; sin embargo si resulta indispensable invitarlos a la reflexión, al análisis y al compromiso para que sin perjudicar a quienes nada tenemos que ver con sus demandas, encuentren mecanismos innovadores que no afecten el progreso que con urgencia demanda nuestro estado. Oaxaca se encuentra gravemente dañada por décadas de corrupción, de injusticias y de autoritarismo. Por lo que hoy deben asumir con responsabilidad el liderazgo que hace algún tiempo les concedió el pueblo, mismo que ahora se encuentra en duda dado su accionar que perjudica al mismo pueblo que los ha apoyado. Apenas el viernes en un noticiero local, escuché a una cocinera que con gran acierto hacía un diagnóstico de cómo les perjudican los plantones, decía: “nos afecta a nosotros, pues el turismo y la gente deja de venir a Oaxaca, con ello comienzan a despedir a los meseros, a los garroteros y hasta los cocineros, por lo que la delincuencia se incrementa pues la gente busca algo qué llevar a su casa”, y remataba “ojalá y los maestros piensen en el pueblo, pues es al que más perjudican”. Ese es el riesgo que quizá la dirigencia magisterial no ha valorado, el que puede ser la propia ciudadanía quien accione y les exija solidaridad con sus aspiraciones. Es tiempo que los maestros asuman su compromiso con la educación, es lamentable ubicar a nuestro estado en los últimos lugares de casi todo y saber que los mismos que lo llevaron a esa posición, sean los que hoy con todo cinismo critiquen la situación por la que vivimos. Son los mismos que desean que al estado le vaya mal para recuperar lo que la ciudadanía les negó el pasado 4 de julio. Por eso le apuestan a que se repita la historia del 2006, sólo que ahora hay un gobierno que incluso llega excederse en el trato preferencial hacia el magisterio; de ahí que una vez más se convoque a la dirigencia magisterial a revisar sus métodos de lucha y al gobierno a no desistir en el diálogo y en la búsqueda de acuerdos que permitan una relación propositiva entre ambos.

 

Ustedes maestros, deben saber que los oaxaqueños anhelamos un Oaxaca distinto, en paz y en progreso; que motive a nuevas inversiones, a la generación de empleos, a la reactivación del sector turístico y con ello a un bienestar ciudadano que por años se nos ha negado. Los plantones no contribuyen para ello. Es tal el hartazgo ciudadano por la situación por la que vivimos que ya enfrentamientos físicos entre ciudadanos y manifestantes comienzan a registrarse. Nos queda claro que todos deseamos obtener beneficios que nos permitan una vida decorosa, esa petición no es sólo del magisterio, sino de toda persona que se esfuerza para aspirar a mejores niveles de vida. Que su lucha sea la lucha de todos, no se arriesguen a perder lo que tanta fuerza les dio, que fue el respaldo popular. Hoy las condiciones son distintas, existe la voluntad gubernamental para avanzar en sus demandas; hay que decirlo con toda claridad, hay algunas que parecieran ser un pretexto para no alcanzar acuerdos y eso es lo que nos preocupa. Que nadie los manipule o los utilice para sus intereses perversos. Platiquen con sus alumnos, con los padres de familia y perciban su sentir, nadie está en contra de que mejoren sus condiciones laborales; en lo que sí comienza haber serias molestias es en su forma de manifestarse afectando a los mismos que debieran ser su prioridad: la niñez. Con ello se retrasa el desarrollo de nuestro estado y esto se convierte en un ciclo donde nadie avanza; es tiempo de romper con ese círculo que tanto nos ha dañado. Ustedes lo saben, son el motor de cambio hacia mejores niveles, con sus plantones lo que hacen es apagar ese motor y detener el progreso que con tanta urgencia requiere nuestro estado.

 

Aún están a tiempo de seguir contando con el respaldo del pueblo. Ya la ciudadanía rechaza el cierre de calles, los plantones en el zócalo, el cierre de dependencias; es tiempo de que busquen otras opciones que les permitan seguir contando con la solidaridad popular. Seguro que si así lo hacen, el pueblo seguirá caminando a su lado, de lo contrario corren el riesgo de ser repudiados por quien tanto los ha apoyado.

 

Mis respetos estimados maestros.