El futuro de la ciudad: Martín Vásquez Villanueva

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Ocupados en atender las exigencias de la vida cotidiana, en encontrar alguna solución a los problemas y conflictos que nunca faltan, en divertirnos y entretenernos, en el simple ir y venir de los días, a veces perdemos de vista el futuro de la ciudad. Damos por sentado que ahí estará para siempre y nos olvidamos de dar los pasos necesarios para asegurarle un porvenir luminoso y próspero.

La preocupación es mundial. Entre los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2015, el número 11, declarado en este febrero el “Objetivo del mes”, consiste en: “Conseguir que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.”

Las ciudades son un crisol civilizatorio donde se agitan, se combinan y cristalizan las ideas y la cultura, el comercio y la productividad, el desarrollo individual y el colectivo, las tradiciones y la innovación, y esto ha hecho que no dejen de reproducirse y crecer. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas, la mitad de la humanidad, 3,500 millones de personas, vive hoy día en las ciudades y se calcula que en 2030 la proporción se habrá elevado al 60%, siendo que casi la totalidad de la expansión urbana ocurrirá en los países en desarrollo.

“Ahora bien —dice el documento de la ONU—, son muchos los problemas que existen para mantener ciudades de manera que se sigan creando empleos y prosperidad sin ejercer presión sobre la tierra y los recursos. Los problemas comunes de las ciudades son la congestión, la falta de fondos para prestar servicios básicos, la escasez de vivienda adecuada y el deterioro de la infraestructura.” En el caso de Oaxaca, habría que precisar: las crecientes aglomeraciones de personas y vehículos, las marchas frecuentes y los plantones permanentes, la contaminación de los ríos, la sobreexplotación de los acuíferos, el desarrollo irregular de asentamientos, la precariedad de una proporción importante de las viviendas, la compleja recolección y procesamiento de los desechos sólidos y la expansión desmedida del ambulantaje, entre otros problemas que nos aquejan.

Aquí lo importante es comprender que nuestros problemas tienen solución a partir de un diagnóstico preciso, de la voluntad política para enfrentarlos con ideas frescas a la vez que con firmeza y de una gobernanza sólida volcada al interés común. Pero no sólo eso. Las adversidades son también una oportunidad para mejorar, para reinventarnos y hacernos más eficientes, más justos y menos vulnerables. Ése es el concepto de resiliencia incluido en el Objetivo 11, la capacidad de adaptación frente a una perturbación o una situación adversa.

Entre las recomendaciones que hace ONU-Habitat, el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos, como parte de las metas para alcanzar en 2030 el Objetivo 11 de desarrollo de las ciudades, están las siguientes: invertir lo necesario para abatir el desempleo e impulsar los salarios dignos; adoptar las políticas, estrategias y legislación necesarias para dar prioridad al desarrollo de las viviendas; invertir en sistemas de transporte integrados, inteligentes y ecológicos que sean inclusivos, seguros, accesibles y asequibles; innovar en los sistemas de gestión de residuos sólidos, con el propósito no sólo de mejorar el medio ambiente, sino también para promover el empleo y contribuir al ahorro de energía; acondicionar permanentemente los espacios públicos, ya que las ciudades funcionan de manera eficiente, equitativa y sostenible sólo cuando los espacios privados y públicos funcionan en una relación simbiótica, para potenciarse mutuamente; implementar estrategias contundentes de seguridad y protección, adoptando tecnologías de punta. “Las autoridades locales y nacionales —dice otra de las recomendaciones— deben reconocer el papel positivo que desempeñan la cultura y el patrimonio para el desarrollo sostenible. Cuando las ciudades promueven la cultura, mejoran la cohesión social, la identidad colectiva, el sentido de pertenencia y la participación.”

Es importante mirarnos en el espejo de este mundo del que formamos parte y las metas del Objetivo 11 exigen nuestra atención, porque tenemos que escoger qué futuro queremos para nuestra hermosa y querida ciudad, un futuro donde solamente vayamos arrastrando nuestras miserias o un futuro que haga de Oaxaca un ejemplo mundial de desarrollo sostenible, inclusivo, resiliente, seguro y próspero. Está en nosotros procurarnos este segundo futuro y tenemos todo para lograrlo.

 

Twitter: @martinvasquezv