El color de los ambulantes: Jaime Velázquez

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Las recientes declaraciones que realizó el presidente municipal de Oaxaca de Juárez, Oswaldo García Jarquín, al afirmar que los vendedores ambulantes del Centro Histórico son “el color y atractivo turístico de la ciudad y no se van a mover sólo porque alguien quiere ver la ciudad vacía” serían expresiones graciosas, torpes, pero simpáticas, si no representaran un drama de retraso y mediocridad para nuestra capital. Me explico, amigo lector. Para empezar, las ordenanzas municipales, la ley que juró respetar y hacer respetar el edil, establecen al comercio en vía pública como prohibido. Entonces, si vamos al origen de la expresión jurídica, es ilegal verlos vender en las calles; y la autoridad para hacer valer esa ley es la autoridad de cada municipio, su presidente municipal, pues. Entonces de entrada, estaría permitiendo la ilegalidad, y si revisamos los antecedentes de ese comercio ilegal, nos topamos en primera instancia con un ingreso bastante considerable para los líderes de las organizaciones que los agrupan y  los protegen de los inspectores a cambio de sus cuotas. Además, han servido de fuente de votos a los gobernantes en turno y como grupos de choque. Hasta la pasada administración de José Antonio Hernández Fraguas se había mantenido un equilibrio entre el número de ambulantes, las permisiones y los negocios, pero al llegar este gobierno capitalino de la Cuarta Transformación la voracidad rebasó todo límite.

EL DESEQUILIBRIO

Tan sólo en las cifras documentadas y reconocidas por el H. Ayuntamiento y por la lideresa del grupo Renacimiento, Carmela Luján, el censo en el Centro Histórico pasó de 800 puestos heredados por Hernández fraguas en diciembre del 2018, a 4 mil trescientos al último corte de este mes de enero de 2020, más el crecimiento diario acumulado. Es decir, un incremento de más de cuatrocientos por ciento en tan sólo un año. Esto representa una clara violación a diferentes leyes, no sólo a la del comercio en vía pública, sino al robo de energía eléctrica, el desplazamiento de los comercios establecidos ante la realidad de que un puesto puede vender sin cargos extras de operación comercial ni pago de impuestos. Más aún, las cuotas hacia los líderes de los comerciantes pasaron en un cálculo grosso modo, a decir de algunos de ellos a esta columna, de 4 millones mensuales a 21 millones 500 mil pesos mensuales por ingresos libres de polvo y paja para quienes dirigen y abanderan a los comerciantes ilegales.

CADA DÍA QUE PASA

Antes estos números totalmente reales se impone entrar al terreno especulativo y sospechosista de preguntarse y hasta dónde llegará ese enchufe del río de dinero generado, porque hay algo también cierto, aunque el cálculo es mensual, mucho del dinero fluye de manera diaria. Entonces, dejar pasar un día con ambulantes es permitir flujo de ese dinero proveniente de la ilegalidad día con día. Amigos reporteros de esta columna han constatado como se la viven diariamente en las oficinas del Comercio en Vía del edificio de Palacio de Gobierno los dirigentes de ambulantes con el titular, Robert Gordon Mowers y con el funcionario municipal, Víctor Vásquez Bocanegra, y aunque pareciera que son intentos de regular la presencia de puestos en las calles del centro, la realidad es ver cada día más y más puestos en las calles. De esta manera, cada día de presencia ilegal en las calles representa un ingreso millonario para líderes, y en la especulación, de inspectores, autoridades de mandos medios y en una de esas, de la cabeza principal.

SON EL COLOR Y ATRACTIVO

Poe eso, al escuchar hace unos días al presidente Oswaldo García declarar que no se van a mover y dar un argumento verdaderamente estúpido como base de esa declaración, uno no puede menos de verlo con suspicacia, de reojo y con sonrisa de mal pensado. Porque la argumentación del edil no sólo es ingenua, sino raya en la tontería, pues afirma como valor y justificación para la permanencia de esos puestos en el centro de la ciudad, la visita de turistas quienes buscan las artesanías locales y la gastronomía regional. A menos de empezar a considerar como artesanías locales los discos pirata de música y películas, los tenis de marca estadounidense como Nike y Converse, las ollas traídas de Chiapas; y como gastronomía local los hot dogs, hamburguesas apestosas y esquites, la postura de García Jarquín es verdaderamente deplorable. Así lo han considerado entidades organizadas del comercio en Oaxaca como la delegación local de Coparmex, quienes emitieron un llamado de atención al edil por esa postura y declaraciones. El organismo del cual curiosamente fue dirigente el propio Oswaldo, le dice para cerrar el oficio enviado: “Hacemos un llamado al presidente municipal Lic. Oswaldo García Jarquín para que rectifique sus políticas públicas sobre el particular”. Qué tal.