El camino de la concordia: Martín Vásquez Villanueva

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Una sociedad no puede desarrollarse en un marco de discordia y conflicto permanentes. Por eso preocupa el ambiente de encono y crispación que se ha manifestado en nuestro entorno oaxaqueño durante los días recientes. Es una reacción comprensible de cara a los insistentes bloqueos de calles y dependencias públicas, que tanto alteran la vida de la ciudad y afectan a la ciudadanía, y de cara también a acontecimientos tan reprobables como el asesinato de cinco policías estatales en San Vicente Coatlán apenas el viernes de la semana que acaba de pasar. Pero por muy comprensible que sea la reacción ante una realidad que a menudo muestra su faceta más despiadada, como sociedad debemos tener la madurez de saber procesar los acontecimientos con serenidad, lucidez y visión de futuro.

La indignación y el enojo provocan que se realicen señalamientos con gran ligereza, se identifiquen culpables equivocadamente, se pidan renuncias de funcionarios que tal vez nada tienen que ver con el supuesto motivo del enojo, se descalifique, se injurie, se difame y, en fin, se exijan medidas extremas que lo que parecen es llamar a un linchamiento. Por su naturaleza, la indignación y el enojo buscan siempre la salida fácil, pero el problema es que esa salida es siempre un espejismo.

Como punto de partida hay que entender que nuestra realidad es muy compleja y que las respuestas simplistas no ayudan en nada a resolver los problemas que nos aquejan. Estos problemas son muchos, desde luego, pero el conflicto sólo los ahonda y es en sí un problema más a resolver. Los acontecimientos se precipitan de tal manera que pueden rebasar muy pronto nuestro nivel de comprensión. Lo que en todo caso necesitamos es crear nuevos métodos, nuevas fórmulas, nuevos ejercicios democráticos que nos permitan entender esta complejidad. Lo que necesitamos es pensar diferente, buscar puntos de encuentro y entender que los nuevos equilibrios implican inclusión. Admitir que, si hay cosas que fallan, lo que necesitamos es tomar decisiones serenamente y no caer, como sociedad, en una conducta permanente de señalización, sin advertir también los problemas en los cuales estamos involucrados.

A veces parece que el tiempo no pasa o que no avanzamos en el tiempo. Hace ya un lustro, siendo diputado federal, escribí: “Conciliar, no confrontar; sumar, no excluir; unificar, no dividir, porque Oaxaca nos necesita a todos, en especial ahora, cuando las tensiones se han acumulado en distintas arenas políticas y las soluciones, en consecuencia, se ha venido cancelando o por lo menos postergando. Sólo con gobernanza democrática saldremos adelante.”

El que Oaxaca nos necesite a todos es un hecho que se comprueba a diario. Pero para funcionar como un todo, es preciso que los oaxaqueños optemos por el camino de la concordia, en oposición al pantano de la discordia y el conflicto. La concordia implica un acuerdo, un ajuste de nuestras naturales diferencias. La concordia implica un convenio social para alcanzar, entre todos, un fin común, que es el desarrollo de nuestro estado. La concordia es es resultado de una gobernanza exitosa.

Pensando en Oaxaca, mi ciudad y mi estado, y pensando en el camino de la concordia en oposición al pantano de la discordia, sólo puedo pensar en ese adagio popular que dice: “El que se enoja pierde.”

 

Twitter: @martinvasquezv