Del Zócalo a Los Pinos: Raúl Castellanos

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hqdefault“LA ZONA ROSA… DE AQUELLOS TIEMPOS”; soy de los que sostienen que cada etapa de la vida hay que transitarla con intensidad, todas han tenido y tienen su encanto y por supuesto sus desencantos, tampoco soy de los que hacen comparaciones, solo las vivo y las recuerdo, eso sí, algunas las guardo para disfrutarlas en mis soledades; en este contexto recién me pasé una buena tarde recordando con un amigo los tiempos de la Zona Rosa que nos tocaron vivir, que si me permiten les comparto; por supuesto, obligado es comenzar por el “Señorial”, también conocido como “El Embudo”, por la forma de entrada que tenía simulando un túnel circular; tres eran sus salones a los que podías acceder con el mismo “cover”, “El Elefante Rosa”, el “Pájaro Loco” y la “Boat” en este último se bailaba y hacia las dos de la mañana aparecía Luis Vivi Hernández concluyendo su show al despuntar el alba, después de su muerte su lugar lo ocupó Enrique Guzmán; en los otros dos salones, recuerdo haber disfrutado a Sergio Corona, Víctor Iturbe, Flavio, el de “aguas hay viene Flavio” y llegaba Flavio con su libro de chistes bajo el brazo, Mona Bell, Dulce, Yoshio, en alguna ocasión a José Antonio Méndez; a un lado, casi esquina con Florencia, estaba “La Cueva de Amparo Montes”, donde la señora, toda una señora de melancólica voz, al lado de Elena Valdelamar, compositora de “mucho corazón” y “cheque en blanco” rendían tributo al romanticismo, también en Hamburgo estaba el “Keop’s”, ahí se iniciaron Jorge Falcón, el Flaco Oscar, Manuel Adrian y Polo Polo; el “Paspartu” donde se presentaba Manolo Muñoz y su “llamarada”, si de llorar penas de amor se trataba nada mejor para ahogarse en ellas que en el Presidente escuchando a Cuco Sánchez; en Florencia, se ubicaba el “Marrakes’h y sus “Fra diavolo inn” y Fra diavolo rojo”, ahí se inicio Raúl Vale recién llegado a México quien se acompañaba con su guitarra y decía “saberse todas” –las canciones- en una ocasión le pedí le cantará “Peregrina” a una amiga yucateca, no se la supo, con el tiempo se convirtió en un gran y admirado “Hombre Espectáculo” al que año con año seguía en el “Stelaris” del Fiesta Palace, después paso a ser el “Casablanca” donde hicieron temporadas Alberto Vázquez y Héctor Suarez ; incómodo pero elegante “La Naranja” del Hotel Aristos vio pasar en sus momentos brillantes a Sandro de América el de “te propongo, un amanecer cualquiera, aferrada de mi brazo, compartiendo una quimera, te propongo simplemente que me quieras”, Alberto Cortez y su “rincón del alma”, “no soy de aquí ni soy de allá”; Bares para todos los gustos lo eran, el del Hotel Montecasino, el del Geneve, el “Caballo de Hierro”, La Llave de Oro, el “Chip’s” y su piano bar, el “77”, “El Camerino de Amira Cruzat, “Picadilly Club” –el primero en patentar “medias yardas de cerveza”-, el “Nicte-Ha” del Hotel Montejo, el “Bar 9”, el primer bar gay –no oficial- donde acudía “la gente bonita que no discriminaba” y aunque estaba del otro lado de Reforma, en el Hotel María Isabel, “El Jorongo” era obligado en una noche de bohemia; en cuanto a restaurantes, la Zona Rosa era única, elegantes sin exagerar, de la mejor calidad y para todos los gustos, desde luego, el “Champ’s Elysees”, durante muchos años el lugar donde se degustaban buenas viandas y se hacía mejor política; en la misma calle de Amberes estaba “El Passy”, propiedad de un oaxaqueño, muy conocido –el lugar- porque ahí tenía una mesa permanente Cecilio de la Cruz – el hombre fuerte del Poli- y se degustaba la mejor sopa de fideo seco; “Casa Bell” ubicado en la calle de Praga 14 en la Zona Rosa sigue siendo un lujo comer ahí; en Londres, el “Bellinghausen” hasta hoy de los pocos que subsisten, único su filete chemita, enfrente –estaba- “La Calesa de Londres”, cuando lo iban a cerrar el chef me confió el secreto de su ensalada de berros y “El Cícero”; en Copenhague 26 el “Mesón del Perro Andaluz”, en el mismo pasaje “El Angus” –famoso por sus carnes frescas y afrodisiacas-, a la vuelta el “Fokolare”, de los primeros en introducir las “mimosas” en el desayuno; el “Alfredos”, en Niza y Hamburgo “La Mansión” y Sanborns, adelante el “Luaú” la mejor comida china, con su fuentecita de deseos, en la acera de enfrente “El Chalet Suizo”; también en la Zona, “Loredo”, “El Parador de José Luis”, “El Normandie”, “Raffaello”; como advertirán el recuento fue largo, para concluirlo degustamos una botella de “Moët Chandon”, manzanas verdes y fresas, como en los buenos tiempos del “Señorial”, lugar del que recuerdo la madrugada del 19 de diciembre de 1977 cuando después de hacernos reír llorando al estilo Garrit, Luis Vivi Hernández, el más grande show man –para mi gusto-, se despidió sin saber que una hora más tarde moriría en su camerino y otra ocasión, la madrugada del 28 de septiembre de 1978 cuando Enrique Guzmán, nos soltó al salir al escenario “¿Qué creen?”…bebió de su copa y dijo “¡se chingaron al Papa!”, es viernes, “hoy toca” –Dehesa dixit-…¿alguien puede asegurar que esto ya está decidido?…¡5 años de resistencia…ya solo faltan 110 días para que Gabino Cué pase a ocupar su lugar en el basurero de la historia!…

RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcperseguido