Del Zócalo a los Pinos: Raúl Castellanos

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matteo-renzi-1_60986_m“CREO EN LA DEMOCRACIA Y CUANDO UNO PIERDE NO SE VA A DORMIR SILBANDO COMO SI NADA” –Matteo Renzi-; Italia es por mucho un referente en el arte de la política, de sus veleidades, de la manipulación de voluntades y el perverso juego de la conquista del poder al costo que sea sin importar los medios; desde los tiempos del imperio romano la historia da cuenta de aquel idus de marzo, 15 de marzo de 44, en que un grupo de senadores inconformes con el nombramiento de Cesar como Dictador Perpetuo, encabezados por Cayo Casio y Marco Bruto, este protegido y respetado por Cesar, lo asesinaron a la entrada del Teatro de Pompeyo, dando origen a la célebre frase, pregunta, reclamo, premonición, vigente y aplicable en cualquier tiempo “tu quoque, Brute, fili mi” –tú también, Bruto hijo mío-; por su parte la Iglesia Católica, ha sido desde el Vaticano, el centro de las disputas del poder terrenal en el “nombre de Dios”, desde las Cruzadas, la controversia política más que teológica o mejor dicho, por el amor de una mujer, Ana Bolena, del Rey Enrique VIII con el Papa Clemente VII que dió origen a la Iglesia Anglicana y qué no decir del papado de Alejandro VI, Rodrigo Borgia, sobrino del Papa Calixto III, quien a través de sus hijos Juan, Cesar, Jofre y Lucrecia, se involucro en tormentosas intrigas políticas internacionales; y así hasta los tiempos recientes, con la muerte del Papa Juan Pablo I el 28 de septiembre de 1978 y años después la quiebra del Banco Ambrosiano, de Roberto Calvi, conocido como “el banquero de Dios” que amaneció colgado bajo un puente de Londres, el 17 de junio de 1982, coludido en grandes negocios, ilegales por supuesto, con el Banco del Vaticano dirigido por Paul Marcinkus y varios Cardenales y Obispos; pero volviendo al ámbito terrenal, Italia se ha distinguido por procrear “maestros” en el arte de la intriga política, ahí, en Florencia nació un 3 de mayo de 1469 Nicolás Maquiavelo considerado el “padre” de la ciencia política moderna, quien en 1513 escribió su tratado –vigente hasta hoy- de doctrina política titulado “El Principe”; ya en los tiempos recientes, nomas para medirle de que tamaño son las pugnas por el poder, Italia ha tenido 63 Primeros Ministros en los últimos 70 años, entre los que destacan entre otros puros pesos pesados, cada uno con una historia digna de ser contada, Amintori Fanfani, Giulio Andreotti, Aldo Moro, Ciriaco de Mita, Romano Prodi, Silvio Berlusconi, Enrico Letta hasta llegar, al ayer dimitente Matteo Renzi; Renzi un político acostumbrado a transportarse en bicicleta, diario, no para la foto, cuando era alcalde de Florencia y viajar en tren jalando su maleta de dos ruedas, cuando le preguntan si es de “izquierda”, responde “ser de izquierda es hacer bien las cosas, claro hay otras izquierdas, las que prefieren limitarse a la teoría o montar congresos”; prematuro es, realizar un juicio de su gestión en su conjunto, baste decir que Matteo se va por haberse atrevido a intentar darle un giro en positivo a las formas de ejercer el poder en Italia, sometió a referéndum su proyecto de Reforma Constitucional, por cierto ya aprobada por las Cámaras en 2015, que en síntesis pretendía colocar a los partidos en su justa dimensión electoral, retirarle al Senado su poder para bloquear reformas y reducir su número –de miembros- de 315 a 100, además de modificar 46 de los 138 artículos de la Constitución, a fin de reducir subsidios, agilizar el proceso legislativo y aumentar la estabilidad política; como era de esperarse los poderes facticos operaron –en contra por supuesto- y el voto por el “NO” lo encabezaron al grito de “viva Trump y Marine” –Le Pen- literal, Matteo Salvani de la ultra derecha, Renato Brunetta el hombre de confianza de Berlusconi y el cómico líder del populista “Movimiento 5 Estrellas” Beppe Grillo; anunciada de antemano su renuncia si perdía el referéndum, cosa que sucedió por amplia mayoría, Renzi, a quien no le faltan criticas de haber incurrido en un exceso de confianza expreso “yo quería reducir el número de escaños y el sillón que ha saltado es el mío, he perdido y aunque en la política italiana no pierde nunca nadie, soy distinto y lo digo con un nudo en la garganta, creo en la democracia y cuando uno pierde no se va a dormir silbando como si nada, aquí se acaba mi gobierno”; lecciones de la historia…en ocasiones tratándose de lances políticos, entre la audacia y la prudencia vale más optar por la mesura, ¿alguien puede asegurar que esto ya está decidido?…

RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ /