Crónica de un error estratégico; de líder social a jefe del Estado: Carlos Ramírez

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Entre tantos datos cruzados, responsabilidades eludidas, justificaciones engañosas y elusión de responsabilidades, la única forma de tener más o menos un cuadro real de la crisis México-EE. UU. por la agenda de migración-aranceles estaría en la reconstrucción de una cronología política en tiempo histórico.

–El presidente López Obrador, en función de su formación como líder social con preocupaciones por los marginados, dejó correr, sin pasar por procedimientos migratorios institucionales, el cruce ilegal de cientos de miles de centroamericanos huyendo de la pobreza y la marginación y en busca del sueño americano.

–La argumentación fue social: impedir a esas personas salieran de sus países en busca de bienestar sería condenarlos a la miseria en sus naciones; en pocas, palabras, sería criminalizar la pobreza. Por eso la instrucción oficial fue acompañar a los migrantes proveerlos de visas humanitarias, ofrecerles salario y alimentación y acompañarlos para que llegaran a la frontera mexicana con los EE. UU.

–No era, en realidad, una decisión nueva; de manera permanente, centenas de centroamericanos pasaban la frontera Guatemala-México de manera ilegal y abordaban el tren La Bestia que los dejaba en la frontera estadunidense. La migra mexicana volteaba hacia otro lado, a pesar de que decenas de migrantes eran robados, secuestrados, vejados, asesinados y convertidos en traficantes de drogas.

–La crisis estalló cuando esas centenas de migrantes se convirtieron en decenas de miles, aglomeraron las oficinas de migración de los EE. UU., se metieron con violencia en territorio estadunidense, atacaron a funcionarios migratorios y exigieron trabajo y salario. El gobierno de los EE. UU. pidió de muchas formas y modos a México que no alentara la migración con buenos tratos, pero la respuesta fue la misma: la tradición humanitaria mexicana de asilo.

–La sordera mexicana provocó el enojo estadunidense. México le apostó a la falta de instrumentos migratorios para obligar a México a cerrar su frontera sur, hasta que salió el tema de los aranceles. Y el presidente Trump amenazó con aranceles de 5% y otros hasta llegar a 25%, con lo cual colapsaría la economía mexicana.

–México jugó rudo hasta la orilla bajo el criterio de que una crisis recesiva de México por aranceles profundizaría la migración mexicana ilegal hacia los EE. UU., aunada a la centroamericana. Pero Trump es un jugador de más rudeza innecesaria y apostó a esa crisis con tal de doblar a México.

–La tensión duró horas. México envió datos a los EE. UU. del costo recesivo, pero la respuesta fue… silencio. Cuando el gobierno mexicano se percató que el costo social sería más alto para México, sólo entonces envió al canciller Marcelo Ebrard a negociar.

–Pero las primeras reuniones la Casa Blanca dejó claro que no iba a negociar, sino a redactar el acta de rendición de México. La última jugaba de Ebrard resultó otro insulto para Trump: se reunió en público con Nancy Pelosi, la líder de la oposición demócrata y archienemiga de Trump que quiere enjuiciar al presidente, y el gesto en la Casa Blanca fue de furia: nada de favores a México, porque se había aliado con Pelosi. Por eso los gestos de desprecio de Mike Pompeo, ex director de la CIA y secretario de Estado, y el desdén de Jared Kushner a quienes había ayudado mediando en la Casa Blanca, pero que lo habían traicionado con Pelosi.

–El presidente López Obrador tuvo que dar un giro estratégico: de líder social a jefe de Estado. Por eso aceptó el acuerdo firmado, con cláusulas aún no conocidas. Sólo quedó la certeza de que los EE. UU. ya controlaron a México y México quedó ya en la agenda de reelección del presidente Trump.

–Al final, el acuerdo no hizo más que formalizar lo único que podía hacer México cuando comenzó la crisis migratoria centroamericana: controlar su frontera sur, sólo que ahora con presencia de la Guardia Nacional.

–El problema que quedó pendiente fue la crisis general en Centroamérica como factor migratorio. Pero si México no puede resolver sus propios problemas y los migrantes mexicanos siguen saltándose la línea fronteriza, menos resolverá los de Centroamérica donde los inconvenientes de pobreza y marginación tienen tres componentes locales: la concentración privada de la riqueza, la corrupción gubernamental y la ausencia de un sistema político funcional. Todo el dinero de ayuda a la región se va por el caño de la corrupción política y gubernamental.

–La crisis migración-aranceles fijó los límites funcionales del presidente de la república: no se puede ser líder social donde las exigencias del jefe de Estado exigen comportamientos y decisiones no siempre justificables socialmente, pero siempre necesarias para calibrar las prioridades de la soberanía.

–La principal enseñanza de crisis como la de migrantes-aranceles radica en entender la primacía del Estado sobre las sensibilidades sociales.

Política para dummies: La política, obvio, requiere de políticos, pero la política como la administración de la polis no el ejercicio descarado del poder.

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@carlosramirezh