Crónica de un desacato al Congreso Local

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Por enésima ocasión la actual Legislatura quedó en evidencia, un grupo de pobladores vulneró la seguridad, retrasó la sesión, estuvo a punto de agredir físicamente a un legislador y todo por defender a un presidente municipal de extracción priista, quien enfrenta un proceso penal, pero además tomó las gradas y pudo suspender la sesión por unos minutos.

Como ya es costumbre, la sesión inició con cuatro horas de retraso, pero ahora fue por la presencia de pobladores de Santa Lucía del Camino, que junto con el edil con licencia, hasta la noche de este jueves, Alejandro Díaz Hernández, lograron burlar la seguridad y con altavoces y pancartas tomaron el recinto legislativo.

El objetivo era impedir que durante la antepenúltima sesión del periodo ordinario, se tratara la suspensión provisional del mandato municipal de Díaz Hernández, a pesar que dicho punto fue desechado desde muy temprano a pesar que el dictamen ya estaba preparado desde miércoles, sin embargo hubo presión política.

A pesar de conocer la situación el Díaz Hernández, mantuvo a sus huestes en pie de lucha, realizando consignas en contra de los diputados, sobre todo del perredista Wilfredo Vásquez López, quien presentó un punto de acuerdo para la suspensión del edil, quien tiene un auto de formal prisión por el delito de Abuso de Autoridad.

Los minutos pasaban y los diputados empezaron a bajar a cuenta gotas, los manifestantes esperaban al legislador perredista con muy malas intenciones, en tanto los diputados de oposición exigían seguridad no para Wilfredo sino para todos ellos, pero además culpaban a la mayoría priista de haber permitido la entrada de los manifestantes hasta los propios edificios legislativos.

En su momento el coordinador de la bancada perredista, Jesús Romero López  amenazó con suspender la sesión si no había garantías para los diputados, 30 minutos después Wilfredo salió de sus oficinas con rumbo al salón de pleno, escoltado por otros diputados que no pudieron impedir los recordatorios maternos y uno que otro proyectil, cerca de la puerta un vaso con agua baño a los fotógrafos y a los legisladores.

A pesar que los elementos de seguridad trataron de impedir la entrada de los inconformes, estos lograron “convencer” al presidente de la mesa directiva del mes Jorge Guerrero Sánchez y al final pudieron entrar y ocupar las gradas con sus pancartas.

Fue durante los Documentos en Cartera, donde el diputado Wilfrido Tomó la palabra exponer como habían “bajado” el dictamen de Santa Lucía, esto motivó el griterío de la concurrencia a tal grado que el presidente de la mesa tuvo que decretar un receso de 5 minutos.

En su momento indicó: “El hecho de obligar al presidente del congreso a bajar el dictamen de Santa Lucia, es la evidencia que están recibiendo fuertes cantidades de dinero, pero sobre todo que sigue habiendo un desaseo legislativo, que permite que cualquier persona agreda a diputados y tome sus instalaciones”.

Fue durante ese lapso que los priistas volvieron a intervenir y convencieron a Díaz Hernández de retirarse del lugar con todos sus seguidores no sin antes rechiflas y más recordatorios maternales, así dio inicio a una aburrida sesión de 7 puntos donde no hubo más sorpresas ni exabruptos.

En el quinto punto la diputada Guadalupe Rodríguez Ortiz, presentó una iniciativa de ley de Entrega Recepción de la administración pública del estado y municipios de Oaxaca, misma que sin discusión se mando a comisiones para ser revisada, por otra parte por unanimidad se aprobó solicitar al IEE, convocar a elecciones extraordinarias en San José Estancia Grande, Jamiltepec.

Fue hasta el punto de Asuntos Generales, que el diputado Jesús Romero López, balconeó al encargado del despacho municipal, Miguel Ángel Bustamante Underwood, que vacaciona en Puerto Escondido mientras la ciudad nada en basura al no lograr un acuerdo favorable con el sindicato de recolectores 3 de marzo.

Al final todo quedó en la demostración de que puede más la presión social y política que el estado de derecho, que cualquiera puede llegar al actual Congreso y modificar la orden del día, con el beneplácito de la bancada priista.