Crisis económica y economía personal: Isaac Leobardo Sánchez Juárez*

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La crisis de deuda en EE.UU y en algunos países de Europa permite anticipar que la economía mundial se desacelerará, cuando ya se encontraba recuperándose de los estragos económicos y financieros ocurridos entre el 2008 y 2009. En caso de que los tomadores de decisiones en las regiones mencionadas no realicen acciones que den confianza a los mercados, es posible que dichas economías se estanquen y con ellas el mundo, lo que se traduciría en un menor crecimiento para nuestro país.

Las cifras hasta mayo de este año indicaban que la economía mexicana se estaba recuperando, los recientes acontecimientos, apuntan a que esto es posible que se revierta y que el crecimiento estimado para este año de 4.5% pasé a 3.8% o 4% en el mejor de los casos y 3% en el peor. De darse una crisis y posterior estancamiento en los EE.UU. y/o la Unión Europea, se presentaría nuevamente una contracción de la actividad económica en el país que pondría en jaque a nuestra economía.

Debe decirse, que nuestras autoridades económicas, a diferencia de otros momentos de la historia reciente, han armado un paquete de medidas que permite soportar mejor los embates externos. Entre otras cosas, existe una cantidad de reservas internacionales que superan los 130 mil millones de dólares, la inflación se encuentra bajo control, el déficit del sector público es moderado, la deuda no es un factor de presión, el tipo de cambio funciona bajo un sistema de flotación flexible, se tiene una línea de crédito con el FMI por 72 mil millones de dólares y las tasas de interés se encuentran respondiendo adecuadamente a las necesidades del mercado.

Nuestras autoridades han “blindado” a la economía, pero esto no garantiza la ausencia de impactos, lo que es peor, el poner en marcha estas medidas limita el crecimiento económico, por contradictorio que parezca, el que las autoridades dediquen todos sus recursos a defendernos de embates externos, implica que se descuide la tarea de fomento productivo, las políticas macroeconómicas para la estabilización, son hasta cierto punto incompatibles con el incremento de la frontera de posibilidades de producción y la generación de empleo. De hecho, la falta de crecimiento económico y las crisis han provocado que cada vez sean más las personas en situación de pobreza, las cifras más recientes presentadas por el Coneval, apuntan que mientras en el 2008 había 48.8 millones de pobres, en el 2010 había 52 millones.

En lo general, anticipo que de darse una crisis económica mundial, los impactos en México, más que por la vía financiera, para lo que ya se tiene un escudo económico, serían por la vía real. México exporta cerca de un 80% de sus productos a los EE.UU. y una contracción provocaría que redujeran su demanda y con ello la producción los empleos e ingresos aquí. Sabemos que en EE.UU. viven muchos mexicanos que aquí no encontraron, empleo, pues bajo las nuevas condiciones podría ser posible que lo pierdan y los que lo busquen no lo encuentren, provocando una caída de las remesas, fuente de sostenimiento de miles de familias en nuestro país. Con una doble recesión ya no será posible seguir utilizando a la migración como válvula de escape. Se tendría menos empleo por la contracción económica aquí y al haber menos allá más presiones para nuestro precario mercado laboral. Fundamental para estados del centro y sur  es el turismo, sector que se vería golpeado si los americanos enfrentan restricciones en su ingreso. El plazo en el que dichos efectos se presenten no se puede anticipar, de hecho no es posible conocer el momento en que dicha crisis se presente, una buena parte de lo que ocurra dependerá de la forma en la que se administren las finanzas de los EE.UU. en los próximos meses y se resuelvan los problemas en Europa, soluciones no satisfactorias, resultarán en una nueva recesión.

Lo anterior ya lo había dicho en otros artículos, mi conclusión es que de darse una segunda recesión la recuperación sería sumamente costosa y tendría consecuencias terribles para el bienestar, particularmente en países como el nuestro que son altamente dependientes de la economía norteamericana. Espero que falle en mis predicciones y no exista una segunda recesión, prefiero quedar mal como analista que tener que estar hablando acerca de las formas para salir adelante. Puedo asegurarle amable lector, que en este momento, los economistas no sabemos con certeza que hacer en caso de una nueva recesión. Unos sugieren pagar los costos y aguantar,  otros endeudarse más y profundizar el gasto público, ninguna de las dos estrategias creo es recomendable.

Mis recomendaciones son bastante obvias, ante la incertidumbre, no se endeude a menos que sea tremendamente necesario, si debe trate de pagar en lo inmediato. Su trabajo cuídelo mucho, si se desempeña en el sector privado de su máximo esfuerzo para que se convierta en un elemento valioso. Si trabaja en el sector público el impacto de una nueva recesión sería menor, porque las autoridades tienen margen para seguir gastando, pero en el sector privado las cosas pueden ser terribles (ya lo eran). Recuerde, si puede cree fondos de contingencia y evite endeudarse, deje de lado esos gastos que son innecesarios.

Finalmente, debido a que todo cambia continuamente, le recomiendo mantenerse informado, en mis próximas colaboraciones le estaré dando elementos para que pueda tomar decisiones que contribuyan a su bienestar. La información puede generarle oportunidades en momentos de crisis.  

 

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* Profesor-investigador de la UACJ, doctorado en estudios del desarrollo regional.