“Contra once enemigos y un traidor”: Rubén Mújica Vélez

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Es frase repetida en el futbol, cuando se enfrenta a un equipo contrario y…al traidor: el árbitro. Esta frase convalida la lucha preelectoral que AMLO mantiene contra viento y marea-los ¿once? contrarios- y contra Ebrard,  “El árbitro”. Asesorado por Manuel Camacho Solís.

A mi juicio, es una desventajosa competencia con los supuestos integrantes de un “equipo democrático”. Nones. Ebrard es un seudo izquierdista democrático que no disimula su arribismo, su oportunismo rampante y desbozalado. Actitud frecuente, más bien diríamos obligada cuando se vislumbra que un movimiento democrático, popular, cobra fuerza. Se torna  blanco de ambiciones espurias. Las que convalidan la frase de Sciacia:

   “La política es una actividad mediocre reservada para los mediocres”

Ambiciosos que aplican los peores recursos politiqueros para asaltar la dirección de un movimiento que ha cuajado tras 10 o 12 años de esfuerzos ímprobos. En el que millones de mexicanos han corroborado que AMLO y MORENA representan la mejor y única esperanza de imponer un rumbo popular al país. Veamos.

¿Qué movimiento ha superado la agresividad de los gobiernos más conservadores, reaccionarios, empeñados en destruirlo? ¿Cuál otro líder ha recorrido en nueve ocasiones el país llevando un mensaje reiterado, repetidamente escuchado con atención, por que los graves problemas nacionales no se esfuman, sino que se enconan contra el pueblo? ¿Cuál es la razón que todos los medios, con honrosas excepciones, han pretendido arrinconar al movimiento y a AMLO, para que algunos desinformados crean y afirmen que ya no existe? ¿Por qué el afán de los propietarios de los medios por excluir del escenario nacional a AMLO? ¿Por qué ahora, cuando MORENA crece en el país, han abierto mínimamente sus canales para referirse a AMLO? ¿Qué líder ha modificado el nombre del movimiento que encabeza y en ocho meses lo ha colocado en la vanguardia del interés nacional? ¿Qué antecedente histórico es comparable?  

Paralelamente, AMLO confronta ya día a día, los verborreicos “cuatros” de Marcelo Ebrard. Éste dice que “registra mejores resultados que AMLO”.  Insiste que tiene mejores programas. No reconoce que él, Ebrard, es solo un heredero de los programas que AMLO puso en práctica exitosamente en el DF. Reitera que él, Marcelo, es más popular. Creo que tiene razón: cada vez más la población del DF resiente los abusos de poder de Ebrard: las construcciones faraónicas, los metrobuses concesionados al ADO y socios, las obras viales en que ha tenido que usar de la policía y la violencia para construirlas. ¡Esa es la popularidad de Ebrard!

Puntual, el lamentablemente extinto periodista Miguel Ángel Granados Chapa tituló uno de sus últimos artículos “Marcelo Peña Nieto y Enrique Ebrad”. ¡Por que son iguales! Pretenden gozar de popularidad por que aparecen en las “revistas del corazón” luciendo sus trofeos amorosos: “Gaviota” y exembajadora. Ésta merced al golpe de estado en Honduras, dijo Marcelo “le fue recomendada por diplomáticos centroamericanos por que su situación económica era mala”. Mentira burda. Una asilada política como la nueva esposa de Marcelo, es apoyada económicamente por el país que le brinda asilo, en este caso, México.

Marcelo en sus devaneos amorosos ha acumulado tres matrimonios. Allá él, pero a las tres damas las ha integrado a la nómina del Distrito Federal con jugosos sueldos. El pueblo paga. Al ser cuestionado sobre esta prueba de NEPOTISMO, Marcelo, sin rubor alguno, se concretó a responder:

                ¡Pues ya ni modo!

Cinismo. Idéntico a los gastos suntuarios del hombrecillo de Toluca. Marcelo, con ambición desmesurada afirmó: “O la presidencia o nada”. Maximalismo ilusorio; prueba de piratería política. Pero con premeditación de Tartufo, aclaró que “renunciaría al DF hasta enero”. Es decir, cuando se haya definido quien, AMLO o él, es el candidato. A eso se le llama oportunismo. No arriesga nada. Va a lo seguro.  Marcelo y sus escasos seguidores, además de los pani-priístas interesados en impedir que AMLO y MORENA triunfen, aseveran que las encuestas favorecen a Ebrard.

Ahora, interrogantes. ¿Qué puede significar Marcelo para ciudadanos urbanos, sin incluir a los rurales, de entidades del sureste, norte y centro del país? Marcelo es un figurín, una nebulosa que de cuando en cuando aparece en la televisión. Enrique Peña Nieto es un producto comercial metido a macha martillo en el ideario nacional.

Por eso es que los ciudadanos debemos denunciar el oportunismo de un advenedizo: “izquierdista”, que sería sinarquista, panista, aliancista, “chuchista”, hasta “gordillista”, si garantizara la ansiada candidatura. Cualquier cosa, con tal de llegar junto con Camacho Solís, de nuevo a Los Pinos. Manuel Camacho no entendió que si Salinas de Gortari le “jugó cubano” con Colosio, el pueblo lo habría defenestrado. Intelectuales nacidos en sábanas de seda, como Camacho Solís, no conocen al pueblo. Creen que sus libros, sesudos, sabihondos, los aproximan a los pobres.

Al pueblo hay que conocerlo dialogando, acudiendo a las comunidades y palpando sus necesidades, su sufrimiento. Eso es lo que hecho AMLO. Ebrard no conoce ni conocerá el mundo de los pobres.