Construir un gobierno sin privilegios: Luis Enrique Ortega Zárate

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Luis-Enrique-OrtegaMientras el tema de la corrupción toma relevancia en el país, en algunos círculos políticos se insiste en el desarrollado leyes que la mermen y que se castigue.

Sin embargo, pareciera que los esfuerzos son nada comparándonos con la enorme ola de tráfico de influencias, compadrazgos y privilegios en los tres niveles de gobierno.

En particular, ese comportamiento personal, político y social, -el de la corrupción-, se observa hoy con mayor obviedad en la entrega de los beneficios que otorga el gobierno en los diferentes planes o programad de gobierno.

Para muchos de nosotros esto no es ninguna sorpresa. Hemos escuchado que se dice: “para poder tener algún beneficio o servicio necesitamos de palancas”. El resultado: esta cultura de la burocracia provoca que los objetivos que se plantean en los Planes de Desarrollo no lleguen a concretarse.

Hoy en día el sistema normativo mandata a los diferentes niveles de gobierno  que se detecte el problema para el cual se busca una solución, para ello se realizan foros, pláticas o encuestas al interior del área a estudiar.

Posterior a ello, se genera un “plan de desarrollo” del cual se generan cursos de “acción de políticas públicas” que buscan resolver la problemática.

Existen tiempos de ejecución de los programas y normas para poder asegurar que el objetivo se cumpla. Teóricamente se deberían establecer mecanismos que aseguren que los beneficiarios y/o usuarios tengan las condiciones planteadas para obtener un beneficio.

Se establecen formas de evaluar las solicitudes de la sociedad civil. No obstante, cuando la política y el partidismo interviene en las calificaciones, todo se viene abajo. Muchas personas ven frustradas sus aspiraciones o iniciativa cuando ven que por muy buena que sea la idea que se plantea no tiene eco al interior del gobierno debido a los favoritismos hacia otras opciones.

En la realidad podemos presentar la mejor propuesta, podemos reunir las características que el programa o servicio requiere, sin embargo, si no tenemos una “palanca”, contamos con “un amigo del amigo”, damos una “mordida” o “moche”, difícilmente tendremos una respuesta positiva porque no contamos con esos privilegios para abrir o cerrar puertas.

Pero el problema en ese sentido, se da desde los niveles medios y superiores, donde se ordena quitar los mecanismos de evaluación para cambiarlos por algunos menos claros y dejar pasar a quienes quieren favorecer.

Por ello, quienes tenemos una responsabilidad en el servicio público, y aún más como representantes populares, debemos establecer mejores candados y más eficientes mecanismos de evaluación para frenar esas prácticas, pero principalmente, hacer respetar los resultados que se obtengan de las calificaciones de proyectos que buscan recursos públicos.

Es decir, ya no debemos permitir que el chantaje o favoritismo intervenga en la decisión de cuerpos colegiados del sector público que con base en metodologías claras puedan darnos resultados claros. Sólo así podremos hablar de un combate a la corrupción real. Necesitamos tener una burocracia educada y con principios éticos, que tomen decisiones científicas y no de conveniencias personales.

Lo anterior aplica a todos los órdenes de gobierno y a todas las áreas de la burocracia. Las obras se destinan a quién da mejor “mochada” o quien representa mejor mis intereses, sin considerar la calidad en el servicio a prestar.

Tenemos que crecer y saber diferenciar los momentos y las condiciones. Es necesario separar la política de las políticas. Saber hacer esta distinción nos podría llevar a cumplir con las metas planteadas en cada gobierno. Tener mayor solidez y mejores indicadores de crecimiento.

 

Hace falta conciencia colectiva y un buen capitán que sepa dirigir los cursos de acción de su gobierno hacia combatir realmente los indicadores de pobreza y marginación que tanto nos afectan. La pregunta sería: ¿estamos dispuestos a cambiar para construir un gobierno sin privilegios?

 

*Líder agrícola y diputado local.