Colosio y Camacho. La cena en casa de Luis Martínez: Raúl Castellanos

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Luis Martínez Fernández del Campo es un oaxaqueño de excepción, de los pocos que conozco que sólo saben sumar y multiplicar, en los afectos, los acuerdos, la búsqueda de alternativas, constructor de puentes; siempre viviendo el hoy con optimismo y bordando el futuro con altura de miras.

Recuerdo que días después de haber concluido el proceso electoral de Oaxaca en 1992, en el que tuve el honor de ser el primer candidato candidato del PRD y de la sociedad civil a la gubernatura del Estado, me invitó a cenar a uno de los lugares que frecuentaba, el Champ’s Élysées. Degustamos excelentes viandas y mejor conversación; abundaron las anécdotas de la campaña realizada por él en su frustrada aspiración de ser el candidato de su partido, así como de la desigual batalla electoral que me tocó encabezar frente al “juniorcique”, denominación de origen impuesta por Porfirio Muñoz Ledo al candidato del PRI.

Ya en los postres, con la calidez que le caracteriza, propuso un brindis por las batallas libradas, “y las que vendrán” me dijo (cual si fuera puntual premonición) y pronunció una frase que hasta hoy es emblemáticamente invocada siempre que hay algo que celebrar “si así nos va en la derrota, ¿cómo nos irá en la victoria?”.

A Don Luis –como me permito llamarle- lo conocí desde los tiempos universitarios. Recién ingresado a la prepa, acudí al Teatro Macedonio Alcalá a presenciar un concurso de oratoria; uno de los tres finalistas era Luis Martínez, quien –al igual que los otros dos- debía improvisar sobre “el amor”. Colmado el recinto de estudiantes que le imponían presión y sabor al evento, el orador inició su intervención argumentando “El amor…”, cuando de pronto, desde las graderías, alguien grito “¡Es una cosa esplendorosa!”. Lejos de inmutarse por la ocurrente interrupción, el joven pelirrojo bordó una sinfonía de conceptos validando que, en efecto, el amor es una cosa esplendorosa.

Tiempo después se supo –Oaxaca era un pueblo chico- que Luis Martínez había partido a la capital invitado por el Presidente López Mateos y se desempeñaba en el equipo cercano –Cuarto de Guerra le llaman hoy- del Jefe del Departamento de Asuntos Agrarios, El Ingeniero Norberto Aguirre Palancares, también oaxaqueño, ex Secretario General de Gobierno en el sexenio del gobernador Pérez Gazga y candidato natural a relevar a Brena Torres, lo cual no sucedió, apareciendo en la boleta Víctor Bravo Ahuja –pero esa es historia para otra ocasión-.

Fue Norberto Aguirre, quien, -como lo recordó Don Luis en reciente entrevista- le encargó atender en una visita a Oaxaca a un grupo de jóvenes de la Escuela de Economía de la UNAM, entre los que se encontraban Carlos Salinas de Gortari y Manuel Camacho Solís, a quienes presentó el uno con el otro; encuentro que marcaría el destino de ambos, que como bien lo definió Don Luis citando a Ortega y Gasset “es el hombre y su circunstancia”.

Corrieron los años y aquellos buenos muchachos se convirtieron en actores y factores de la vida política de nuestro país. La relación con Luis Martínez se mantuvo y acrecentó. Fue el propio Salinas quien alentó la amistad y cercanía de Luis con Luis Donaldo Colosio, su compañero Senador; hasta que llegó 1993, el año en que se definiría la sucesión presidencial, involucrando a sus tres amigos, Carlos, Manuel y Luis Donaldo.

Aquí, para contextualizar, permítanme citar a Enrique Márquez, cercano colaborador de Manuel Camacho, autor del libro “¿Por qué Perdió Camacho?” quien narra o resume la conversación en el despacho presidencial, la mañana del 8 de enero de 1994, entre el Presidente Salinas y Manuel Camacho.

“La única pregunta que tengo, Carlos, no es por qué fue Colosio, sino por qué no fui yo” argumentó Camacho. Salinas le respondió “Manuel, yo creo que cometiste algunos errores, cometiste errores de trato con el equipo y errores de posición política, eres un hombre sincero, dices lo que piensas, eres inteligente y estás bien informado. Por ello mismo, a veces tus comentarios o tus respuestas, por ejemplo, en las reuniones de gabinete, provocaron reacciones adversas que se fueron acumulando. Fuiste en diversas ocasiones muy duro con tus compañeros, esa actitud tuya te fue aislando del resto del gabinete, créemelo que así ocurrió; y en lo político, Camacho, cometiste el error de aliarte con mis enemigos y eso hizo que disminuyera la confianza en ti”.

Volviendo al tema y coincidente con el testimonio de Márquez, en la reciente evocación de aquellos tiempos, Luis Martínez, recordó el “temperamento” de Manuel Camacho. Haberle manifestado su “desacuerdo” por la actitud asumida ante la postulación de Colosio, sus conversaciones al término de una gira de Salinas por China un 23 de diciembre; “a Camacho le ganaba el protagonismo” concluyó.

Luego vendrían los tensos acontecimientos que iniciaron al despuntar el alba del 1 de enero de 1994; el nombramiento de Camacho como Comisionado –sin sueldo- para la Paz en Chiapas; su activismo que lo llevó en forma paralela a revivir su aspiración presidencial llegando a provocar aquella conseja de Salinas “no se hagan bolas, el candidato es Colosio”, que en realidad resumía el estado de ánimo que prevalecía.

En medio de la crispación, Don Luis fue anfitrión del candidato Colosio en Azcapotzalco, la delegación que tenía a su cargo. En uno de esos encuentros, honrando su vocación de tejedor de puntos finos y ante el encono que prevalecía, le propuso a Luis Donaldo un encuentro con Camacho, haciendo lo propio con Manuel; ambos aceptaron y barajaron dos fechas, decidieron cenar el 16 de marzo en Gelati 99, la casa de Luis Martínez Fernández del Campo.

Honrando la secrecía de hombre de lealtades probadas, Don Luis no da detalles sobre los datos duros de lo que conversaron Colosio y Camacho; sí del entorno y el ambiente. Ese día Camacho había ido a Chiapas y de regreso se fue a Los Pinos; Luis Donaldo llegó puntual, esperaron al otro comensal 40 minutos; Don Luis le puso a Colosio música de Mahler que le gustaba; ya sentados a la mesa les descorchó una botella de Chatteau Margaus y los dejó solos conversando.

Cuando terminaron, como buen anfitrión, bajó a despedir y dejar en su camioneta a Colosio, cuenta que este le dijo “llegué a un acuerdo con Manuel, después del 21 de marzo declarará que rechaza cualquier aspiración presidencial”; cuando subió de vuelta a su departamento, Camacho le dijo lo mismo.

El 22 de marzo Camacho cumplió lo pactado, hoy se cumplen 23 años; Colosio se congratuló. Al día siguiente partió a Baja California, lo esperaban en Lomas Taurinas dos balas que acabaron con las aspiraciones presidenciales de ambos. ¿Destino? ¿El fin del camino de aquel que siempre camina? ¿Una historia inacabada y nunca aclarada?

Es Luis Martínez testigo activo de la historia.

¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?

RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh