CNTE vs AMLO: Isidoro Yescas

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El abierto y claro posicionamiento del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, respecto a los viejos  estilos de hacer política de la CNTE, y todo el conjunto de organizaciones sociales clientelares del país, no admite muchas interpretaciones: no más chantajes,  ni dobles discursos en las nuevas relaciones con su gobierno.

Sin riesgo a equivocarnos, la principal escuela de esas viejas formas de presionar a los gobiernos federal y estatal mediante paros, movilizaciones, tomas de edificios públicos, bloqueos de calles y carreteras, etc. ha sido Oaxaca. Sin embargo, estos estilos se han replicado con mayor o menor intensidad  en las entidades del sur-sureste en donde tiene presencia la CNTE y otras más en donde organizaciones cercanas al PRI, como Antorcha Campesina, también se han valido de métodos similares para crecer y fortalecerse orgánicamente, pero al mismo tiempo para empoderar  política y económicamente a sus líderes.

En todo el paquete de asuntos claves para la gobernabilidad del país  que estaría heredando el gobierno de AMLO,  uno de los más complicados será sin duda las que ya empieza a establecer,bajo nuevas reglas, con éste tipo de organizaciones sindicales-clientelares  que, en su mayor parte, apoyaron su candidatura pero no de manera desinteresada: en el estira y afloja algunas de las corrientes y liderazgos con mayor peso o mayor capacidad de negociación obtuvieron, como recompensa, candidaturas a diputaciones federales y locales y un buen número de presidencias municipales y regidurías.

En el caso de la sección 22 del SNTE dos controvertidos personajes, con trayectorias como líderes sindicales  que no precisamente los identificaban con un modo honesto de vivir,lograron arribar al nuevo Congreso federal: Azael Santiago Chepi, ya célebre por sus migas y parrandas  con un impresentable personaje del sexenio pasado como Jorge Castillo, e Irán Santiago Manuel, jefe de la corriente pro-priísta  conocida como Los Pozoleros.

Lo paradójico, ahora, frente a la crisis que se viene entre el nuevo gobierno  federal y la CNTE, es que ninguno de estos dos diputados cuentan con el suficiente reconocimiento de la dirigencia estatal y  corrientes sindicales de la sección 22 del SNTE para ser interlocutores confiables  en un difícil proceso de conciliación que en esta coyuntura  se requiere para evitar que de las descalificaciones se pase a la ruptura.

La bandera del  No a  la reforma educativa está casi muerta porque es un hecho que con toda la legitimidad del gobierno electo, y la fuerza numérica de Morena en el Senado y la Cámara de Diputados, las leyes que dieron origen en el 2014 a este fallido proyecto serán abrogadas para dar nacimiento a uno nuevo  que  se busca darle forma mediante los foros educativos organizados en todo el país.

Y es ese el escenario en dónde ahora  miden fuerzas AMLO y sus aliados incómodos: acostumbrada a imponer  las reglas de toda negociación a los gobiernos estatales y federal hoy, ante un escenario de cambio,  las seccionales sindicales agrupadas en la CNTE  no aceptan que en la reconfiguración del SNTE se empodere a Elba Esther Gordillo, aliada electoral de Morena, y tampoco que  desde el nuevo poder ejecutivo federal  se les dicten las nuevas reglas  para modificar sus viejos usos y costumbres, tanto en lo referente a su labor educativa  como en la distribución discrecional de los recursos públicos.

Pero, vista la postura de AMLO, tal parece  no habrá de dos: o la CNTE, y todo el conjunto de organizaciones sociales clientelares, se sientan a negociar civilizadamente con el nuevo gobierno federal y flexibilizan sus  viejos métodos de lucha para no “rebasar por la izquierda” a la Cuarta Transformación , o se deciden por el todo o nada .

La moneda está en el aire.

Twitter:@YescasIsidoro        Octubre 16 del 2018.