Castro, Gadafi, “Tele-risa”: Rubén Mújica Vélez

Print Friendly, PDF & Email

“La revolución de los jazmines” devino de los “zempanzúchiles”; olor intenso a cadaverina. De Túnez a Trípoli emergió la brutalidad de los autócratas neronianos. Gadafi el mejor, insuperable. Rediviva a la inversa la versión de Numancia. El holocausto por un orate. 

 

La versión “tele-risiva” de anoche-martes 22 de febrero- fue desconcertante, pero lógica. Carlos Loret de Mola, desde El Cairo afirmó que Castro denunció que Estados Unidos pretendía invadir Etiopía para apoderarse de los ricos mantos petrolíferos. De paso que Castro “apoyó” a Gadafi. Ahí estaba sembrado el veneno infaltable en esa televisora desinformadora por excelencia.

Leer unas horas después el artículo de Fidel Castro es obligado para convalidar el juego perverso de los plutócratas de la “caja idiota”. Veamos.

Castro, denuncia esa intención con claridad: es previsible que EUA ordene a la OTAN- ¿o se dudará de la capacidad yanqui para hacerlo?- invadir Libia para “liberarla” del enloquecido Coronel Gadafi. Ese sería el primer paso para hacerse de mantos que garantizan el consumo yanqui por muchos años.

¿Se duda de la verosimilitud de esta versión castrista? Sugiero a los dubitativos que lean el libro de Naomi Klein “La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre”. Si queremos entender lo que ha acontecido en el mundo a partir de los “80s” a nuestros días, es lectura obligada. Entonces nos arrancaremos el velo que oculta una realidad descarnada. El capitalismo febril que impera en el mundo, aprovecha todo tipo de cambio, natural o social para secuestrar las riquezas de los pueblos y escriturarlas para los grandes capitalistas transnacionales. No es causalidad: en todos los casos de cataclismos naturales, dígase el tsunami o el desastre de Nueva Orleáns, desplazaron a grandes grupos de ciudadanos a los arrabales de nuevos “desarrollos” urbanísticos o turísticos, creados en las áreas que perdieron por los efectos de esos fenómenos naturales. Bueno, lo de Nueva Orleáns, una masacre anunciada; pasivo en la historia de Bush.  La saga del capitalismo febril, es mundial. No ha quedado caso alguno en que no haya impuesto su huella, dígase aprovechando la masacre de Tienanmen en China o el pinochetazo en Chile. En todos los casos, el sacrificio de los pueblos, devinieron pingües negocios transnacionales. Aclaro, esto no lo afirma Castro, pero lo deduzco a partir de la lectura de la obra de Naomi Klein.

Castro simplemente denuncia: para los yanquis los mantos petrolíferos libios están en su horizonte. Incluso pueden favorecer sus intereses que la locura agresiva de Gadafi y la respuesta popular, llevada a los extremos, sumando decenas de miles de muertos, justifique el ingreso de la OTAN a suelo africano. ¡Serían los héroes en la lucha por acabar con el autócrata!

Así el pueblo libio, héroe colectivo de esta hazaña, tendría todavía que agradecer a los yanquis, haberlos liberado del orate.  Y aceptar sumisa, agradecidamente, el control extranjero de sus riquezas del subsuelo.

Finalmente. A los interesados en entender los días actuales, lean el libro de Naomi Klein. Una dosis clave: ¿podría dudarse de ese régimen de búsqueda de utilidades a privatizar cuando Milton Friedmann, moribundo y cuando acababa de acontecer la inundación de Nueva Orleáns, escribió que la pérdida de las escuelas era un desastre que podría convertirse en un éxito, al fomentar a partir de esa carencia, la promoción de escuelas chárter que privatizarían la educación a grandes pasos? El viejo dinosaurio de la privatización, aún agónico, heredó sus perversas recetas. “Tele-risa” obedece a esos ejemplos.

rubenmv99@yahoo.com