Beltrones vs los cacicazgos virreinales de gobernadores: Carlos Ramírez

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CARLOS-RAMIREZEn su agenda de consolidar al PRI para llegar con tranquilidad al 2018, Manlio Fabio Beltrones tendrá que combatir uno de los problemas del PRI derivado de la etapa del neoliberalismo De la Madrid-Salinas y de la sana distancia zedillista: la balcanización o fragmentación del partido.

La aduana de elecciones de gobernador en el 2016-2017 enfrentará a Beltrones a uno de los problemas del fraccionamiento del PRI en 32 partiditos: la construcción de cacicazgos virreinales por gobernadores que ejercen el poder en función de sus intereses. El PRI ha perdido gubernaturas y alcaldías cuando el gobernador impone a su sucesor y los disidentes se pasan a la oposición o se declaran independientes.

El fenómeno Bronco no es nuevo. Se convirtió en exitoso desde 1988 en que Cuauhtémoc Cárdenas se salió del PRI porque no hubo un juego de equilibrios en la candidatura presidencial y alcanzó un tercio de la votación en elecciones fraudulentas. En 1998 Ricardo Monreal se salió del PRI porque el gobernador priísta zacatecano Arturo Romo Gutiérrez le cerró la posibilidad de competir y Monreal ganó como candidato del PRD. En 1998 el político oaxaqueño José Murat amenazó con pasarse al PRD si le negaban la candidatura a gobernador. Y desde entonces, el PRI ha padecido la autocracia de gobernadores que deciden en función de mismos y no de victorias del partido.

El principal problema de Beltrones será conseguir una unidad federalista del PRI. Porque desde 1982 el PRI rompió el mecanismo del escalafón con la llegada de gobernantes autoritarios que construyeron dinastías políticas de preferidos sin atender a los equilibrios locales. El genio político de Plutarco Elías Calles en 1929 consistió en construir un partido nacional con alrededor de dos mil pequeños partidos locales. Pero el neoliberalismo De la Madrid-Salinas-Zedillo y los dos sexenios panistas ahondaron la balcanización del PRI.

Ahora los gobernadores operan como virreyes tratando de imponer a sus preferidos. El problema es que los priístas han encontrado en la oposición los espacios para colocarse. En Oaxaca, por ejemplo, la crisis de liderazgo priísta en 1992-2004 llevó a que los líderes priístas abandonaran el PRI y se apoderaran de toda la oposición. En Nuevo León, el gobernador Medina impuso a su preferida y perdió la elección.

La nominación de candidatos a gobernador en trece estados que elegirán en el 2016 y 2017 ya perfila crisis internas porque varios gobernadores quieren imponer a sus candidatos al cargo sin atender al juego dentro del PRI local y con oposición altamente competitivas: Veracruz, Durango, Sinaloa, Quintana Roo, Chihuahua, Aguascalientes, Hidalgo y Estado de México son las plazas donde el PRI tiene focos de alerta por dedazos locales en curso.

El problema radica en que los gobernadores han sido severos en su rechazo a la intervención del CEN del PRI y del Presidente de la República. Zedillo y los dos sexenios panistas facilitaron la construcción de virreinatos.

La debilidad de los presidentes del PRI contribuyó a la fragmentación política del partido. De ahí que el principal problema aquí y ahora de Beltrones será tomar el control político de procesos locales. Las leyes antiBronco fueron impuestas en zonas calientes por posibilidades de que priístas busquen la candidatura fuera del partido y fracturen el voto: Veracruz, Chihuahua y Durango podrían reventar a los PRI estatales por algunas precandidaturas fuertes pero ajenas a las preferencias del gobernador saliente. Y en los estados aliancistas de Oaxaca, Puebla y Sinaloa los exgobernadores luchan por imponer a sus preferidos y no a quienes puedan recuperar la plaza.

Ya hay focos rojos por indicios de precandidatos priístas que han chocado con el autoritarismo del gobernador: Veracruz y Chihuahua. De concretarse la ruptura, esas dos plazas priístas se pasarán a la oposición.

Por tanto, la primera gran tarea de Beltrones como flamante presidente del PRI será restablecer reglas de participación en las contiendas internas en plazas estatales priístas ante el riesgo de candidaturas, opositores o independientes con expriístas. Y en el fondo, Beltrones tendrá que tomar decisiones severas para terminar con los virreinatos estatales donde inclusive algunos gobernadores han desprestigiado al PRI por ejercer el poder de manera absolutista, y hasta con represión y persecución de disidentes y periodistas críticos.

El método Peña Nieto se aplicó en el 2011 en el Estado de México: como gobernador saliente escogió al que ganaría las elecciones, no a su preferido. Pero hasta ahora otros gobernadores han sido más arbitrarios al tratar de imponer una dinastía política. A Beltrones le tocará definir su presidencia partidista de cara a los virreinatos estatales.

 

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