Alejandro Murat, el trashumante hijo de papá

Print Friendly, PDF & Email

MURAT-ALEJANDROSingular sainete se ha vivido en torno a Alejandro Murat, hijo de José Murat. Hay que decirlo así, nombrando a los dos, porque todo indica que estamos ante un binomio, ante un equipo, ante una circunstancia política donde el padre cabildea por el hijo, como si al vástago le faltaran argumentos, cosa que sus amigos niegan, pero los Murat juegan en tándem, como si no fueran terribles las recientes experiencias de los gobernadores hijos de papá en Jalisco y de Nuevo León. Porque como los Medina y los Sandoval, los Murat, dicen diversos actores, quieren el poder, en este caso el de Oaxaca.

El sainete llegó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que como si no tuviera mejores y más urgentes temas que tratar ha debido atender una queja sobre un proceso, desaseado, de reforma electoral que entre otras cosas quería rebajar los requisitos para que Murat, el hijo, pudiera concretar la ambición que también anhela Murat, el padre.

La Corte ha determinado que la reforma electoral oaxaqueña no puede contradecir la Constitución, que una ley local no puede poner tres años como periodo mínimo de residencia para ser gobernador (la Carta Magna habla de 5 años).

Tras el varapalo de los Ministros, el as bajo la manga de los Murat es que otro artículo de la ley local, el 23 de la constitución estatal, dice que son ciudadanos de esa entidad aquellos nacidos en el territorio de Oaxaca incluyendo “quienes sean hijos de padre o madre oaxaqueños”.
O sea que los Murat, de alguna rara manera, tienen razón en pensar como al parecer lo hacen: al igual que ocurre con las realezas europeas, en Oaxaca por ser hijo de tal o cual, se tendrían derechos. Ni Luis Spota en Casi el Paraíso lo habría imaginado mejor.

Salvo que esta “realeza” hace recordar en algo a lo que vimos con los pasaportes de Raúl Salinas. En el caso del hermano incómodo, la misma foto en documentos con diversos nombres. En el caso de Murat (el hijo) cuando le conviene es residente del Estado de México, y cuando no, pues no.

Un dato de esa versatilidad, de esa trashumancia, es que el hoy aspirante a gobernar Oaxaca (el hijo) tuvo que haber demostrado en septiembre de 2012, como requisito legal indispensable para convertirse en notario titular en el Edomex, una residencia no interrumpida de cinco años en esa entidad, donde por cierto nació.

Así que ni yendo a bailar a Chalma, que queda en el Estado de México, claro está, el notario Murat puede hoy demostrar cinco años de residencia en Oaxaca. Pero pues para algo es hijo de su papá. Faltaba más.

¿Dónde vive Murat (el hijo)? Pues si el actual director del Infonavit fuera pieza del habitante de Los Pinos, podríamos decir que donde disponga el señor Presidente, pero hoy por hoy donde diga su papá: Nueva York, París, Edomex, Oaxaca, qué más da.

Porque donde está él, todo indica, está su papá. Y donde está su papá estarán recuerdos de una gubernatura de la que más de uno tiene presente aquel incidente (marzo 2004) donde perdió la vida un policía en una circunstancia tan oscura como impune, donde Murat (papá) se dijo víctima de un atentado. Nadie le creyó. Pero entonces no había redes sociales, hoy sí, entonces ese autoatentado y otros episodios de la gestión de Murat (papá) podrían revivir ante la confirmación de que él y su hijo van juntos por la gubernatura de Oaxaca.

POR SALVADOR CAMARENA

Twitter: @SalCamarena

EL FINANCIERO