A Néstor Kirchner: Roberto Molina

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Tiene coraje y escúchalo llorar, es el llanto de un hombre que “siembra miedo entre los calumniadores y cobardes.”

Tres años después de una muerte dolorosa para los argentinos, la de Ernesto Guevara mismo que Juan Domingo Perón describiera como una muerte que desgarraba el alma,  porque era uno de los nuestros, quizá el mejor.

 Néstor Kirchner ingresaba a las filas del peronismo mientras estudiaba derecho en la Universidad de la Plata.

En 1987 fue electo intendente de su ciudad natal y 4 años más tarde accedió a la gobernación de Santa Cruz.

En poco tiempo enarboló la bandera de un país cansado, agobiado y harto de tantas injusticias.

Cansado de la antidemocracia imperante en su país, se convirtió muy pronto en un símbolo de una rebelión emergente que tomara las calles en el 2001.

En el 2002 lanzó su candidatura presidencial, y el 27 de abril del 2003 resultó segundo detrás de Carlos Menen en la primera vuelta electoral, la deserción de este para la segunda vuelta le permitieron acceder al poder el 25 de mayo del 2003.

Y desde ese mismo momento Argentina se puso de pie, la economía empezó a mostrar signos de recuperación lentamente, y en el aspecto de la justicia social se reabrieron los expedientes por las violaciones a los derechos humanos en la época de la dictadura.

Los contratos colectivos de trabajo se vieron mejorados y como consecuencia, los ingresos de los trabajadores,  el consumo aumentó y la producción se aceleró como nunca antes.

Hartos de las medidas impuestas por el Fondo Monetario Internacional decidió hacerlas a un lado y recobrar para la Argentina la Soberanía Nacional.

 Con él se abrió el Juicio y castigo para los responsables de actos terroristas,  terminó con la impunidad y la discrecionalidad,  las garantías individuales fueron recuperadas.

Durante su Gobierno enfrentó la embestida de los grupos de poder de los dueños de los agronegocios y de los medios de comunicación, resistió y aguantó.

Caminó siempre al lado del pueblo, de los humildes de los hombres y mujeres con aspiraciones a una patria libre y ordenada.

Los principios  de Kirchner la justicia social, la independencia económica y  la soberanía política son el legado que hereda con su muerte a los argentinos.

Hay voces contrarias que señalan desaciertos y que jamás reconocerán que La Ley de medios, matrimonio igualitario, despenalización del aborto, aumento a los jubilados,  la no  represión en las protestas sociales, así como la cancelación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional son tan sólo algunos de los signos distintivos de su gobierno.

No es casualidad que su pueblo hoy le llore y repita una y otra vez que su muerte nos desgarra el alma, por ser uno de los nuestros, quizá  el mejor.

Fuerza Cristina.

Hasta la Victoria Siempre.